por ecoex | Sep 26, 2018 | Ecologia emocional
El capital dice “yo soy el primero”. Nos ha convencido que, atender el progreso y las variables del capital, es nuestro destino. Este mensaje, tan patriarcal por otra parte, alimentado de un sistema fuertemente jerárquico, ha hecho que la especie homo, rindamos culto a tan poderoso tótem, sacrificando o descafeinando las virtudes naturales que nos acompañan como seres dotados de emoción y sentido.
Este dios implacable aplica la lógica mecanicista a los sistemas vivos. Dejamos de ser espontáneos para pasar a ser convenientes o inconvenientes. El homo oeconomicus se dice a sí mismo: la producción es el actor principal de mi película. Las emociones, la naturaleza, la ética, la estética, etc., son, definitivamente, actores secundarios. Las relaciones personales han quedado así damnificadas. Vivimos emociones transgénicas, manipuladas en su ADN natural para que sean aptas para el consumo.
Las emociones languidecen en una sociedad de grandes superficies, trabajo fijo y planes de pensiones. La ruptura que provoca el capitalismo es una especie de translimitación, donde se empaquetan las emociones en contenidos publicitarios extraordinariamente bien diseñados para despertar necesidades, y las convierten en útiles, siempre y cuando sirvan a la obsesión por el progreso económico.
Al final, nos hemos cargado la compleja red de interrelaciones sistémicas que nutre este organismo vivo que es nuestra vida emocional. La inteligencia sin lucidez emocional es ciega, y la lógica desarrollista un tratado de las cosas muertas. Como dijo W. Kaufmann, la vida es un compromiso entre la estructura y la sorpresa. ¡Abajo las sorpresas, dice el capital!
¿Cómo son las emociones transgénicas? Emociones manipuladas en su energía originaria para servir a otro fin, para hacerlas cómodas en el mercado de valores. Del mismo modo que Monsanto manipula las semillas para que solo puedan ser cultivadas una vez, aquí las manipulamos para que, como mucho, a lo largo de nuestra vida, nos asalten una vez ¡y con los mínimos desperfectos posibles! Vamos a ver qué sucede con estas emociones básicas.
Con el amor decimos: es para siempre. Enamorarse, sentir amor por una persona, nos introduce invariablemente en la expectativa de las “medias naranjas” que vienen a completar algún aspecto de nuestra vida que no podemos completar por nosotrxs mismxs. El amor transgénico es sublime, romántico, único y eterno. Si desaparece no es porque el amor viva transformaciones, por cierto, la mayor parte de las veces creadoras, sino porque se muere. Esto conlleva consecuencias trágicas: sentimientos de abandono, de fracaso y de traición. En fin, un guion suculento para el negocio de las emociones. El amor en su forma natural y auténtica reproduce formas de encuentro, comunicación y relación. Es atemporal y viaja. Su intensidad varía. Involucra el ser del otrx, reproduce el afecto, el vínculo, la complicidad, la intimidad, el cariño, todo un caudal de riqueza y generosidad. Expresarlo sin negociar las condiciones del vínculo, es un acto de naturalidad y de alegría genuina.
La rabia, se nos dice, no es útil, hace daño y es inconveniente. Tampoco hay que ponerse así, solemos expresar. La rabia solo trae inestabilidad, es la mecha del conflicto. La rabia es egoísta, manifiesta una queja y esta ya tiene sus cauces administrativos para darle salida. Algo formal. Al final nos llevan a la conclusión de que es mejor perdonar. Para ello existen muchos caminos espirituales que hacen posible disolverla. Pero no, la rabia lo que tiene es que no se disuelve. Se enquista y genera enfermedad física y social. La rabia es un movimiento interno de desahogo necesario. En contacto con una contención de algo de lo que se nos privó, de algo en lo que no se nos tuvo en cuenta, necesita expresarse para movilizar todas las energías asociadas hasta llegar a la rendición. La rabia necesita ser escuchada, tenida en cuenta, acompañada, aliviada. Aprender a expresarla es un proceso personal que pasa por abordar nuestros límites internos.
El miedo, especialmente el miedo al vacío, hay que evitarlo. Su mutación artificial es dejarlo contenido. El miedo, sin expresar, nos hace sumisos y dependientes, cuando desde fuera nos dan la solución. Todo nuestro sistema social está diseñado para contener el miedo. El miedo nos acerca a la experiencia del vacío, donde soltamos la seguridad. Pero el gran negocio de la guerra y la economía de escala requieren de esta gasolina. El miedo asoma hoy en cualquier mínima alternación de las condiciones del bienestar, material. El miedo, cuando se expresa desde el contacto profundo, nos hace más libres. La libertad, tan revolucionaria, pasa por traspasar los estados del miedo que en realidad solo son eso, miedo, desconocimiento, incertidumbre, vulnerabilidad. Traspasarlo nos saca a la certeza de la libertad, a la no dependencia.
La tristeza, hay que aliviarla, hay que salir de ella. En una sociedad que se conduce por el éxito, la tristeza es un estado sin valor, espúreo. No llores cariño, les decimos a los niñxs desde sus primeras expresiones. La tristeza, en sus múltiples manifestaciones de depresión, desmotivación, solo se medica. La tristeza se modifica genéticamente porque nos aleja del triunfo, de estar bien, ser productivos, adecuados. El triste solo puede recibir ayuda o consuelo. Pero la tristeza nos lleva al contacto con la fragilidad, con nuestras necesidades o con recursos emocionales que nos permiten sentir la vida de forma diferente. Nos abre la comunicación en lugares más cercanos. La tristeza expresada alivia las carencias vividas y nos puede llevar al agradecimiento.
El deseo, si es sexual, hay que esconderlo. Le decimos: eso es un asunto de la intimidad de cada uno. Se privatiza. Lo valoramos como egoísta y su manifestación espontánea solo puede conducir a la lujuria. La expresión del deseo viene manipulada por la seducción y todos los circuitos ocultos que están para alimentar y hacer negocio con el deseo. Pero el deseo es un poderoso movilizador. Implica nuestra espectro emocional si no nos quedamos en un puro manejo de la energía sexual. Nos empuja siempre para encontrarnos con algo de nosotrxs mismxs. La energía del deseo pulsa desde la sexualidad para hacer un viaje por todos los centros, abriendo el corazón, dándole espacio a la palabra sensible, y tomando la experiencia espiritual.
Las emociones son lo primero porque nos traen la verdadera vitalidad, la conexión profunda con nuestra satisfacción, si logramos descapitalizarlas y tomar su energía para gestionar nuestra vida con la mejor brújula interna que poseemos.
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por ecoex | Jul 25, 2018 | Sexualidad
Desde que nos conocimos Alfredo y yo (Susi)…
empezamos a trabajar con la gestión del deseo sexual. Siempre hemos sido compañeros de laboratorio de trabajo personal. Nos encontramos para despertar y todo lo que vivimos es parte de ese despertar. El deseo sexual es la gran motivación que me anima y te anima desde el inconsciente a buscar y tomar las mejores experiencias de aprendizaje y conciencia. Es el conejo blanco que llama nuestra atención para que lo sigamos y nos adentremos en una aventura de superación, donde nuestro pasado puede disolverse para que nazca una nueva manifestación actualizada de nuestro corazón, una expresión más auténtica de nosotrxs mismxs. El conejo blanco es el deseo. Nos activa la inocencia de lo nuevo y el desafío, nos moviliza nuestra historia personal incompleta, desordenada, donde quedaron asuntos de dolor y miedo que aún no han sido integrados en nuestra conciencia adulta. Aparece delante de nosotrxs una puerta hacia el pasado donde habita un niño herido o una niña herida que espera la máxima atención, amor, y energía para tomar su lugar con plenitud, donde un adulto le enfoca con toda su visión y corazón, y ese adulto somos nosotrxs mismxs en la actualidad, completando el trabajo que papá y mamá no desarrollaron hasta nuestra necesidad profunda, convirtiéndonos por fin en nuestro padre y en nuestra madre, pudiendo soltar el pasado, liberar toda ese energía anudada en el pasado para que forme parte de nuestro presente y nos permita crear nuestra realidad como nos inspira nuestro corazón.
El deseo sexual nos lleva a limpiar nuestra sombra de esta manera. Nos une a otra persona para generar un laboratorio de aprendizaje, es una nueva oportunidad que nos otorgamos, nos proporciona de nuevo una experiencia de confianza absoluta, nos activa el recuerdo de la fusión, de la no separación, cuando estábamos conectadxs con nuestra Naturaleza donde éramos uno con todo lo que existe. Este estado a dónde nos conduce el deseo es la Erosfera. Un estado donde la energía sexual se intensifica y que si la respiramos con conciencia la podemos dirigir de manera sanadora: para limpiar el pasado, desprogramarnos en las creencias, completar la experiencia emocional del pasado(dolor, miedo, rabia…), tomar la responsabilidad del niñx que vive en nuestro interior que es la fuente de nuestra creatividad y estados de inocencia, gozo, alegría, amor. Y desde la libertad interna conquistada crear nuestra realidad con la elección de nuestra conciencia.
En la desprogramación de creencias usamos la comunicación con el otro. Las creencias sólo persisten en el aislamiento de la cabeza, el contacto en el sentir con otra persona a través de la comunicación de la intimidad honesta, responsable y sincera nos trae al presente con intensidad. Todo lo que tenía sentido en nuestra cabeza, al ponerle palabras y mirar a los ojos a otra persona nos emociona y nos hace sentir vulnerabilidad, y lo que era mecánico en nuestra cabeza y se ajustaba a un pensamiento ordenado, deja de tener ese sentido. Expresar cosas que nos cuesta expresar porque sean conflictivas, porque sean muy íntimas, porque nos descubran, porque nos desnuden delante de otra persona, porque incrementen nuestra escucha real y nos acerque a la verdad y por lo tanto a nuestro propósito… es una experiencia de aterrizaje de urgencia en el presente y limpieza de patrones del pasado, cuando pusimos tanta energía en confiar en nuestro pensamiento y no en nuestra intuición, y toda nuestra educación y estructuras externas en nuestra vida nos empujaron a darle todo el poder al hemisferio izquierdo del cerebro, a la racionalidad.
En el espacio de la Erosfera generamos un laboratorio para darnos todo el permiso para sentir. Sentir con el otro como acompañante, como compañerx, e invocamos a nuestro deseo sexual como material puro de vitalidad, energía, que tomará diferentes matices según su recorrido por los centros de energía de nuestro cuerpo: el vientre contiene las emociones y su relación con nuestra historia personal que requiere ser disuelta, el pecho contiene todas las sensaciones de intimidad como la gratitud, el gozo, la presencia, el amor… la garganta nos permite ponerle palabras a la intimidad y crear nuestra realidad al nombrarla, la palabra nos permite la experiencia de desvelamiento que pone luz en los espacios clandestinos, furtivos y secretos, la visión y el viaje del alma o propósito nos conduce a ver y a abrazar nuestro espíritu, uniendo la tierra que somos con el cielo que somos, y crea la realidad en la materia según la voluntad de nuestro corazón.
Sentir se convierte en un viaje infinito donde la otra persona que nos acompaña en el deseo y en el amor como un espejo, como un amplificador, como un canal, con su abrazo, con su palabra y con su mirada nos ayuda a tocar nuestra herida del pasado para atenderla en la confianza, a pesar del miedo a la vulnerabilidad que permanece con nosotrxs desde niñxs y que tantas y tantas veces nos lleva directamente a la reactividad automática defensiva con diferentes pasiones del ego como el orgullo, la codicia, o la avaricia… olvidando que mejor que defendernos podemos transformarnos. Que cada vez que nos defendemos inyectamos rigidez en el cuerpo a nivel celular, y nos endurecemos. Que cada vez que decidimos saltar al vacío de la vulnerabilidad nuestro cuerpo sutil se extiende a través de nuestra sensibilidad humana que no está limitada ni por el tiempo, ni por el espacio, ni por la forma.
Erosfera. Del 23 al 26 de Agosto.
por ecoex | Jul 25, 2018 | Avatar
Los astros tienen ciclos, la naturaleza y nuestros cuerpos tienen ciclos. También nuestras experiencias de implicación, transformación y retirada contienen ciclos. Reconocer el ritmo interno de nuestras experiencias y detectar donde nos encontramos con respecto a esos ciclos que vivimos, nos da una mayor claridad sobre las dificultades y las oportunidades que podamos estar viviendo.
Nacimos en unas coordenadas espacio temporales que contienen un sentido específico dentro de este gran organismo vivo que se llama cosmos y planeta tierra. Toda la realidad está implicada. También lo que nos sucede en este momento en nuestra vida está engarzado en una línea de sentido que recorre todas las cosas que vivimos.
¿Cómo tomar contacto con esta forma de mirar nuestra vida y nuestra realidad?
Despertando el artista, el mago y el chamán interno. El Artista es capaz de mirar su propia genialidad. Cada cual tenemos una forma propia de manifestar nuestro ser y plasmar nuestro proyecto de vida a través de la autorealización, las relaciones sociales y la expresión. El artista interior nos recuerda que lo que somos puede adquirir formas creativas y manifestarse en el placer de ser uno mismo y ser creativo. Tan solo hay que conectar con nuestra cualidad interna que nos conduce a indagar, a generar, a compartir, a construir, etc.
El mago es el poder interno para transmutar nuestra realidad, la que está atrapada por las emociones negativas. La realidad contiene el grave riesgo de atraparnos en códigos inmutables, en necesidades que no podemos liquidar, en ideas limitantes que hacen que no creamos en las posibilidades de la vida para otorgarnos abundancia y prosperidad. El mago se plantea posibilidades inéditas y las ensaya. Crea la realidad que quiere para sí mismo/a.
El Chamán abre el corazón y lo conecta a su naturaleza emocional y compasiva. Reaprende la tarea originaria de abrir la atención a lo sutil. Despeja todas las formas de sentir, de contactar con el ser, ampliar la intuición y volver a confiar en los poderes internos. El chamán sabe explorar nuevas formas de creatividad y gratitud. Conoce las cualidades de nuestra inventiva genética. Hay una gran genialidad inscrita en nuestra propia naturaleza y si la escuchas, entiendes que tienes todo lo que necesitas para completar todas las expectativas.
Cada cual nos encontramos en una coordenada vital concreta, con un mapa de relaciones y unas inquietudes emocionales. Cualquier momento puede ser una oportunidad abierta para ir más lejos en el despertar de nuestra verdadera naturaleza. Pero hay que entrar dentro. Estas tres cualidades descritas hacen posible reproducir nuevas formas de vida que nos conduzcan a una mayor prosperidad. Solo hay que parar, mirar los miedos que nos paralizan y darse cuenta que se pueden traspasar haciendo emerger nuestras cualidades internas para ver, reconocer, traspasar y trasmutar la emoción y la experiencia.
Avatar. Del 15 al 19 de Agosto.
por ecoex | Jun 18, 2018 | Conciencia Extendida
La Universidad de Yale realizó hace unos años una investigación observado mediante resonancias magnéticas las áreas del cerebro que se activan cuando se medita. Para ello trabajaron con la concentración basada en la respiración y en el contacto con el cuerpo; con la meditación del amor/amabilidad que recurre a la repetición de frases positivas hacia los demás y hacia uno mismo; y la conciencia sin elección, que pone atención a los pensamientos y los observa sin pretender cambiarlos ni modificarlos. En todos los casos que analizaron vieron cómo se activaba un área del cerebro llamada Red Neuronal por Defecto (DMN), situada en la corteza cingular posterior y prefrontal, distinta de la Red Orientada a las tareas, que se activa para la planificación. Se descubrió con este experimento que las personas que meditan desarrollan esta red neuronal por defecto en la que hay una mayor conciencia de uno mismo y del presente.
Otra interesante y curiosa parte de nuestro cerebro es la glándula pineal. Tiene apenas 8mm de tamaño y forma de árbol. No solo recibe un gran flujo de sangre, sino que regula aspectos como los ciclos, la madurez y la actividad sexual. Influye sobre gran parte de nuestras glándulas internas y nuestras respuestas endocrinas. Se trata de la única glándula capaz de manejar información magnética y neuroquímica. Traduce el campo de la energía en información neuronal. Es un órgano crono biológico y fotosensible. Podríamos compararlo a una antena que funciona como un transductor. Esta cualidad le permite poner en relación los ciclos universales con nuestros ciclos biológicos. Se convierte así en puente privilegiado entre el planeta, el cuerpo y la mente. Es por ello que tradicionalmente se le ha asignado la función de la espiritualidad que reproducen los aspectos de sentido.
La Red Neuronal por Defecto y la glándula pineal son estructuras de nuestro cerebro que emergen con sus funciones propias cuando las activamos mediante una sustancia enteógena, como por ejemplo la psilocibina presente en el hongo Psilocibe cubensis, o la molécula sintetizada MDMA. Enteógeno se puede traducir como “hacer nacer el dios que tenemos dentro”. Su experimentación está demostrando que habilita la mente para estados de conciencia extendida, es decir, para ampliar su percepción y tomar contacto con aspectos de la vida cuyo conocimiento está normalmente velado, pero despierta dentro de nosotros si le dejamos paso. Los enteógenos dejan la Red orientada a las tareas en un segundo plano para amplificar funciones como la de la conciencia propia, la activación de la energía sexual creadora y el acceso al “darse cuenta” de aspectos de la vida personal. Los efectos de la meditación y las propiedades específicas de la pineal, -en especial la apertura o activación de una sensibilidad propia más allá del plano puramente cognitivo a la que podemos llamar intuición-, pueden asociarse igualmente a la experiencia psicodélica.
El viaje enteogénico permite una experiencia de claridad en un estado de reposo mental excepcional. Otorga una especie de equilibrio ecológico de la mente. Despierta cualidades específicas relacionadas con la conciencia de uno mismo. Amplía la percepción que permite la experiencia espiritual. Da acceso a una información cuyas fuentes están reguladas por aspectos de nuestra naturaleza interna, una especie de sabiduría inscrita en nuestra memoria y nuestras células que ofrecen un conocimiento específico sobre lo que somos, lo que vivimos y lo que experimentamos, sea como condicionamientos o como vías expansivas de liberación.
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