por ecoex | Mar 12, 2020 | shiatsu vivencial
Quiero enfocar la definición de Shiatsu en lo obvio que ocurre en una sesión. Shiatsu es una experiencia de presencia en el aquí y ahora, es una meditación dinámica, y es una experiencia donde predomina el sentido del tacto entre dos personas, como un abrazo en movimiento.
Esta reflexión es muy útil para observar que presencia y contacto son los elementos básicos que constituyen una experiencia de Shiatsu. Considerar esta visión proporciona posibilidades infinitas para profundizar mucho en el trabajo que realizamos con una persona.
Un tercer elemento disponible en este trabajo es la relación entre cliente y profesional. Este elemento posee una fuerza transformadora que habría que valorar más y reconocer, ya que es clave para incrementar la presencia y el contacto que está ocurriendo en cada sesión que establecemos con cada uno de nuestros clientes.
Ahora os propongo que dejemos a un lado el valioso conocimiento de Medicina Tradicional China que contiene nuestro Shiatsu y que muchas veces nos da luz en nuestras decisiones y movimiento, y nos centremos en estos tres elementos: presencia, contacto y relación.
Una sesión de Shiatsu plantea una oportunidad para que yo me dé cuenta y tú te des cuentas de tu propio cuerpo, qué sensaciones registras, que estás sintiendo en cada instante de la experiencia. El cuerpo humano vive en el aquí y ahora a pesar de que nosotros evitemos en muchos momentos habitar plenamente nuestro presente, y huyamos a nuestra fantasía, demos prioridad a nuestro pensamiento, anticipemos el futuro con nuestra imaginación o evoquemos recuerdos de nuestra vida o creencias como patrones antiguos que seguramente no están actualizados en nuestro presente. El cuerpo sólo puede vivir en el presente, por ello cuando nos enfocamos en nuestra respiración y profundizamos en este enfoque generamos una meditación, chikung en la cotidianidad, y habitamos el instante que nos ocurre con mayor intensidad, con nuestros sentidos abiertos y disponibles.
Por eso cuando ocupamos con intensidad nuestro propio cuerpo emerge todo el contenido emocional de nuestra vida actual, nuestra necesidad imperante se pone en primer lugar para que la reconozcamos con claridad y para que sostengamos el viaje emocional pendiente.
Con la relación de ayuda con Shiatsu facilito el incremento de la presencia y el contacto para que mi cliente active, despierte, rescate, renueve, y tome sus recursos internos. Cuando la persona se entrega al Shiatsu podría estar activando la confianza, la receptividad, la sensibilidad, la creatividad, la espontaneidad, la presencia corporal, el vacío, el placer de estar vivo, la alegría como energía vital, el descanso como necesidad, el silencio, la ensoñación, la autoestima, la valoración del cuerpo, la autoridad interna(elegir lo que quiere en cada momento) … o bien podría experimentar resistencias a entrar en estos sitios como control del movimiento, como ruido mental, insensibilidad, dificultad para la entrega, vergüenza al tacto, miedo al dolor injustificado, actitud defensiva, rechazo a sus síntomas físicos… nosotros como terapeutas podemos comunicar nuestra observación y devolverle un espejo para que pueda contactar consigo mismo de modo amplificado, y reconozca el lugar donde se encuentra, su dificultad, y que sea él quien elija el ritmo de su propio trabajo, afinando a donde se dirige su necesidad de atención, pidiendo claramente lo que espera de nosotros como Shiatsusis, informado de lo que nosotros observamos de él y podríamos atender también si el cliente lo considera interesante para su desarrollo o necesidad.
Con estos tres elementos: presencia, contacto y relación, generamos una poderosa relación de ayuda a través del Shiatsu.
Cuando yo establezco una relación de ayuda profesional con mi cliente puedo darle un sentido si tengo en cuenta determinadas propuestas encaminadas a que la persona a la que acompaño tome su responsabilidad.
Mi acompañamiento va orientado a facilitar que el cliente despierte sus propios recursos de autoapoyo y autoayuda, de manera que fomento el despertar de la autonomía del otro, frustrando cualquier movimiento hacia la dependencia.
Es importante que nos demos cuenta de que el modelo de autoridad que manejemos en nuestra consulta con las personas que nos piden cita, puede facilitar la autonomía o por el contrario la dependencia, y es imprescindible que nosotros mismos tengamos claramente el modelo de autoridad interna que favorezca la activación del poder personal del otro y el nuestro también al mismo tiempo.
Si yo me posiciono como una autoridad que posee un conocimiento en MTC que muestro como indispensable para buscar una solución al problema emocional, energético, o corporal de mi cliente, y oriento a esta persona sobre lo que debe hacer con su vida en muchos aspectos, es decir le traslado una lista de deberes que decido yo y que el otro acepta, al mismo tiempo que decido unilateralmente el Shiatsu que es necesario que reciba para su mejora, estoy robando a mi cliente su capacidad de exploración, búsqueda y encuentro de sus propias soluciones existenciales, le robo la posibilidad de que se escuche y me pida lo que necesita con Shiatsu, le robo la posibilidad de que él escuche a su cuerpo y se tome el tiempo suficiente (las sesiones que requiera) para darse cuenta de lo que le pasa y emerja en él un deseo de probar vías nuevas para mejorar su bienestar. Utilizo el verbo robar porque se trata sin duda de un abuso en la autoridad.
Me posiciono como la autoridad que sabe lo que le pasa al otro, ¡justificándolo con mis años de estudio de MTC! Estableciendo una relación desigual donde yo poseo más conocimiento que la persona que acude a mi consulta, de manera que ocupo un lugar de superioridad y por lo tanto desde ese lugar ofrezco al otro la posibilidad de seguir mi criterio, hacerse mi seguidor, generando una dependencia. Y esto no facilita el despertar.
El modelo de autoridad es uno de los trabajos más importantes que se pueden realizar en la relación de ayuda con Shiatsu. Con el objetivo de crear una relación horizontal entre mi cliente y yo, de manera que aunque yo haya recibido mucho entrenamiento en la escucha de mi cuerpo y lo haya integrado quizás dentro del marco teórico de la MTC, no significa que yo sepa más que el otro, sólo significa que soy más veterano/a en mi trabajo personal, llevo más tiempo practicando, y a mi consulta acude una persona que quiere iniciarse en la conciencia corporal, para acercarse más a su cuerpo, poder escuchar su propio lenguaje corporal, y encontrar sus propias formas para conseguir mayor bienestar en su vida.
Yo puedo acompañar al otro en este viaje de descubrimiento de sus propios recursos, sin empujar a ninguna dirección que yo considere “buena”, ya que la experiencia del bienestar es subjetiva y cada uno puede darse cuenta de lo que le sienta bien y lo que le sienta mal, sin que encontremos verdades universales que no existen, y cuando la persona emprende esta exploración activa su propio aprendizaje a través de su cuerpo, y su cuerpo es su propio maestro. Nosotros podemos acompañarles en este proceso con Shiatsu y esta es nuestra labor más importante, dar un espacio de confianza y tiempo en la serenidad y paciencia donde el cliente pueda adentrarse en el autoconocimiento a través de su organismo, donde está toda la información que necesita para recuperar su bienestar.
Facilitar que el cliente tome su responsabilidad es un trabajo elemental, ya que parte de toda su confusión y de sus problemas se originan en la evitación del hacerse cargo de lo que le ocurre, empezando por su cuerpo. Así que lo que nunca puedo es tomar una responsabilidad que no me corresponde como profesional: decirle al cliente que yo le voy a devolver la salud, o que yo sé lo que le ocurre. Puedo por otra parte acompañarle con toda mi profesionalidad a que encuentre sus respuestas y su bienestar.
Esto no significa que yo como profesional me ponga al servicio de mi cliente y me haga invisible. Yo soy parte de la relación de ayuda y mi voz tiene un sitio tan destacado como la suya, es necesario que yo sienta entusiasmo por mi trabajo y para ello exprese todo lo que siento en la sesión desde la honestidad. Así la comunicación se convierte en algo fundamental, ya que es un recurso que favorece el contacto, la presencia y la relación.
¿Cómo gestionar la comunicación en Shiatsu? Yo le devuelvo a mi cliente lo que siento en cada momento que sea oportuno expresarlo. Para conseguir fluir con este recurso es necesario poseer entrenamiento, no es una comunicación cotidiana, es una comunicación orientada a producir mayor contacto, así que esto implica expresar lo que siento que es necesario que el cliente escuche de mí, aunque pueda resultar incómodo.
Ejemplos:
-Me doy cuenta de que no te entregas completamente al Shiatsu, que controlas, y eso me genera cansancio porque es como si te tuviera que convencer.
-Cuando he tocado tu vientre he tenido la fantasía de una niña corriendo por la playa ¿te sugiere algo esta visión mía?
-Durante el Shiatsu has estado hablando de cosas superficiales esto me ha aburrido, lo he vivido como que no permitías ser tocada por el Shiatsu, ¿te das cuenta para qué llenas de palabras tu momento de Shiatsu?
-Me doy cuenta de ti que estás triste y me agobia que no te sientas cómodo conmigo para expresarlo y contarme qué te pasa.
-No tengo respuestas a tu pregunta de por qué te duele tanto el hombro ¿quieres que te ayude a sentir lo que le ocurre a tu cuerpo con Shiatsu? Tú puedes descubrir lo que te pasa.
-No puedo curarte, nadie puede curar a nadie, y sí puedo acompañarte a que encuentres la manera de sentirte mejor ¿quieres recibir mi acompañamiento con Shiatsu?
-He sentido miedo cuando te tocaba la parte baja de la espalda ¿has sentido miedo tú en algún momento?
He puesto algunos ejemplos de comunicación directa y honesta en Shiatsu, son ejemplos imaginarios con los que quiero trasmitir un enfoque diferente en la comunicación que vaya poco a poco incrementando la relación de confianza con nuestro cliente, ya que nosotros como profesionales entrenados no nos callamos nada que requiera ser expresado, ya que todo lo que sentimos es parte del trabajo que ha venido a hacer con nosotros esta persona, aunque a veces nos sorprenda lo que de pronto aparece en la relación de ayuda.
Nos pueden sorprender muchos estados emocionales que nos surgen con determinados clientes, por ejemplo, el sentimiento de rechazo, cuando me enfado con mi cliente por su actitud, cuando la persona me provoca mucha pena, o me aburre lo que me cuenta, o cuando la persona me suscita el deseo sexual. Existen muchos estados emocionales que son difíciles de tratar para cada uno de nosotros.
Sin duda estos estados emocionales nos pueden coger desprevenidos y requieren mucha habilidad para ser gestionados en la consulta. Negarlos es enviarlos a la inconciencia, y nosotros nos hemos posicionado en una labor a favor del despertar de la conciencia. Así que cuando siento rechazo, rabia, aburrimiento, incomodidad, pena, o deseo es importante expresarlo, porque mi voz está participando del trabajo que estamos realizando en la sesión y no debo silenciarla, posee mucha información para el otro y puede convertirse en la confrontación necesaria para que el otro despierte, reaccione, tome su responsabilidad. Confío plenamente que todo lo que emerge en una sesión de Shiatsu es porque requiere ser atendido con la máxima sensibilidad y presencia de nuestra profesionalidad.
Siempre que nos desafíe o desborde el lugar donde nos ponga nuestro cliente es imprescindible buscar la supervisión de otro terapeuta, para mi es mejor un terapeuta de Gestalt que pueda facilitar el contacto con lo que nos ocurre con nuestro cliente. Por eso nuestro trabajo es una posibilidad de superación permanente y nos invita a reciclarnos, supervisarnos, revisarnos para continuar este entrenamiento en la presencia, el contacto y la relación de ayuda con Shiatsu.
Si somos honestos reconoceremos que el trabajo de relación de ayuda con Shiatsu funciona en dos direcciones. Hay una persona que pide una ayuda para ser atendida en su necesidad y esta persona nos refleja algo de nosotros. Trabajamos ambos. A veces nosotros trabajamos con el hecho de reconocer que la dificultad que nos presenta nuestro cliente es un lugar donde estuvimos en el pasado. A veces superamos un síntoma físico y nuestra consulta se llena de personas con este síntoma como si una inteligencia invisible guiara a estos clientes hacia nosotros que ya superamos esta prueba. Otras veces el cliente nos plantea una dificultad que nosotros no hemos superado y entonces trabajamos a dúo. Por este motivo es tan importante la supervisión de nuestro trabajo. La supervisión no consiste en que otro terapeuta te de consejos de cómo hacerlo “bien”, sino que es un trabajo donde planteo la dificultad con mi cliente para que yo pueda explorar posibilidades de acción y observar cómo me siento, también pueda darme cuenta de qué de mí me refleja mi cliente y pueda atender mi propia necesidad en un espacio de supervisión.
La supervisión nos recuerda que seguimos aprendiendo, y que el desarrollo de la profesión nos sigue planteando retos y pruebas. Si pensamos que por terminar una formación y estar en posesión de un diploma, o por tener muchos años de experiencia yo ya estoy fuera de la necesidad de revisión, aún tengo un trabajo pendiente con la humildad y con la realidad de este trabajo que propone un aprendizaje continuo.
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por ecoex | Mar 12, 2020 | shiatsu vivencial
Los profesionales que practicamos Shiatsu nos ofendemos o nos resistimos a definir el Shiatsu como un masaje. La definición que hagamos de Shiatsu nos indica dónde nos queremos posicionar, donde nos sentimos cómodos para realizar nuestro trabajo y aunque nos movamos en una comunidad de practicantes, cada uno de nosotros como profesional individual explora su territorio, descubre cómo le gusta realizar su trabajo, qué puede honestamente ofrecer y cuál es su límite en el momento presente.
He aquí la definición de Shiatsu que recogen los estatutos de APSE (artic. 35):
“El shiatsu es una práctica basada en la teoría médica japonesa y china cuyo fin es ayudar a las personas en sus procesos curativos y en su autodesarrollo a través de la presión y el contacto. Es un sistema holístico, que considera los síntomas y las enfermedades como manifestaciones de los desequilibrios y busca resolver las causas que subyacen en estas condiciones, trabajando con la energía de la persona a través del cuerpo”.
Creo que cada uno de nosotros, que hacemos cada día del Shiatsu nuestra profesión tenemos una manera de comunicar lo que es, y en esta definición de qué es Shiatsu nos posicionamos nosotros sobre qué queremos dar con este trabajo de relación de ayuda a otros y cuál exactamente es nuestra propuesta. Si no nos sentimos a gusto con decir que Shiatsu es un masaje es porque no creemos en la función exclusivamente mecánica de este trabajo. Más allá del mecanicismo seguimos buscando cuál es nuestro sitio.
La última definición que yo he usado ha sido esta:
Shiatsu es una relación de ayuda a través del trabajo corporal y el contacto físico fundamentalmente con las manos (aunque también se pueden usar pies, antebrazos, rodillas…) donde se recorren los meridianos de energía o chi(Medicina Tradicional China) y se trabaja con presión, calor, estiramientos, movilizaciones, aperturas, sedación o tonificación de puntos en el cuerpo. Su pretensión es acompañar a la persona a despertar o activar sus recursos de conciencia corporal y de autorregulación del organismo para regresar al equilibrio o salud, o bien para incrementar su autoconocimiento. En este proceso pueden emerger estados emocionales en el receptor y esta emergencia se considera parte importante de este trabajo, pudiendo abrir el diálogo en la sesión, o bien acompañar en la expresión de la emoción (llanto, rabia, etc…) o el movimiento corporal que se ajuste a la vivencia interna del receptor.
Según la definición que uno posea, escrita en un papel o latente en el interior de cada uno, se dará cuenta de qué posición ocupa cuando se sienta enfrente de su cliente antes de comenzar la sesión de Shiatsu: qué puede y quiere ofrecerle y qué no quiere ofrecerle, cuál es su límite en este trabajo.
Posicionarse clarifica la relación de ayuda tanto para el receptor como para el profesional y la primera entrevista puede utilizarse para sentar las bases del trabajo.
No existe para mi mayor experiencia de transformación y salud que tomar la responsabilidad de lo que me ocurre: darme cuenta de qué me ocurre, lo que siento, cómo se expresa en mi cuerpo, y decidir qué quiero hacer con esto, explorar mis posibilidades de acción y probar con lo que quiero probar. Yo quiero que mi cliente de Shiatsu vaya tomando la responsabilidad de su cuerpo, de sus síntomas, de su salud, de sus emociones… observo detenidamente cuando mi cliente de Shiatsu me pide que yo le quite sus síntomas físicos incómodos, le cure su enfermedad o algo por estilo… no caigo en la trampa de tomar una responsabilidad que yo no puedo asumir ni quiero hacerlo ni intentarlo… seguir “jugando a médicos y pacientes” es perpetuar la dependencia de mi cliente al apoyo que viene de fuera de sí y tomar la responsabilidad de su salud es lo realmente diferente que puede guiarle a recuperar la autoridad de su vida y restaurar su vitalidad. Por eso le comunico a mi cliente que en la sesión de Shiatsu yo le voy a acompañar en su exploración para que descubra qué le ocurre, qué contiene su síntoma, cómo se siente y qué quiere hacer… Si espera de mi que yo “le cure” “le salve” “le ayude” le explico claramente su error, y la importancia y el valor del acompañamiento que yo le ofrezco. Efectivamente yo no le voy a ayudar, como si yo supiera lo que él o ella necesita, yo le voy a acompañar a que él o ella se de cuenta de qué necesita y que decida cómo quiere atender su necesidad, a que se de cuenta de lo que contiene su síntoma físico y que ventajas y costes posee… porque los síntomas físicos también son deseados y persisten por sus ventajas.
Te acompaño desde mi presencia física, energética y emocional, para que con mi escucha y atención a través del tacto y el reconocimiento de tu entramado energético puedas reconocerte a ti mismo y darte cuenta de qué te pasa, a partir de ese reconocimiento puedas habitar tu emoción, sentir tu cuerpo plenamente en toda su extensión, y decidir qué quieres hacer con lo que descubres.
Conforme se aclara este enfoque a través de la comunicación y de la vivencia, el cliente de Shiatsu recibe un espacio y un tiempo donde es posible profundizar en sí mismo y donde los límites del trabajo personal se van ampliando, ahora mi cliente no viene a darse “un masaje” ahora se da cuenta de que viene a tomar contacto consigo mismo, revisar su momento presente, escucharse tanto en lo físico, en lo energético como en lo emocional y tomar decisiones, recuperando su autoridad interna… esta propuesta anima al cliente a ir siempre un poco más allá de sí mismo… La persona encuentra un espacio para tocarse y descubrirse, un sitio de máxima confianza donde no existe el juicio y puede traer a la luz asuntos incompletos de su vida, cuyas memorias están presentes en su cuerpo aquí y ahora, ese cuerpo que yo como profesional de Shiatsu le estoy tocando durante toda la sesión, y ese valioso hallazgo lo utiliza para ir cada vez acercándose un poco más a sí mismo, a las cosas que realmente son importantes para sí, cada vez un poco más profundo, un poco más directo a la necesidad que tiene de darse cuenta y reconocer lo que le está pasando ahora, lo que siente, lo que emerge de su interior para ser visto, comprendido, aceptado, integrado.
En este punto me doy cuenta de la importancia que tiene que el profesional de Shiatsu haya vivido un profundo y comprometido proceso personal, donde haya trabajado con su cuerpo y con sus emociones, haya superado rasgos automáticos de su carácter y haya conquistado un espacio grande de libertad interna, sea responsable de su salud y vitalidad, y haya despertado recursos como la fe absoluta en la autocuración del cuerpo, la creatividad, la autonomía, la autoayuda, y el autoapoyo… que realmente tenga algo que ofrecer en una relación de ayuda a través de Shiatsu que no sea un masaje mecánico basado en técnicas japonesas y nociones de medicina china.
Si nos posicionamos en una atención holística es honesto y necesario entregarse a un entrenamiento en este sentido que debería estar contenido en la propia formación que nos cualifica como profesionales de Shiatsu… pongo un ejemplo ficticio: soy estudiante de Shiatsu y estoy en mi segundo año, mi compañero está trabajando conmigo en el canal de Bazo en una práctica de nuestra formación y me está doliendo, en ese dolor siento rechazo y me siento incómoda, mi impulso primero es expresarle mi incomodidad y lo hago, en ese momento él me anima a respirar este dolor… toma aire, me dice, y cuando expulses el aire llévalo a este punto que estoy tocando… confío en él y exploro su propuesta, de pronto incremento el contacto con mi dolor y descubro que además de este dolor físico siento rabia, de pronto aparece en mi visión interna la cara de mi expareja, y me doy cuenta de que siento rencor hacia él, a mi mente vienen palabras que me gustaría decirle, expresarlas en voz alta, mi respiración se acelera… ¿cómo gestionamos esto en la clase de Shiatsu?
Este ejemplo es común que ocurra en una clase de Shiatsu, ya que el Shiatsu no es un masaje y sí un trabajo profundo de contacto, y cuando entro en contacto conmigo aparece todo aquello que necesito resolver y que mi cuerpo me puede ayudar a integrar… y es el sitio y el momento perfecto para darme cuenta de lo que me pasa, y si yo soy estudiante y estoy en formación necesito entrenarme en lo que luego le ocurrirá a mis clientes en la consulta de Shiatsu… ¿Cómo aprender a apoyar la comunicación de sentimientos, o de conflictos internos?¿Cómo abrir un diálogo con el síntoma físico?¿Cómo sostener estados emocionales como dolor, rabia, vergüenza.. que pueden surgir en mi cliente cuando está bajo mi contacto de Shiatsu?¿qué hacer si mi cliente en la sesión de Shiatsu contacta con un trauma de abuso, regresa a un recuerdo doloroso?¿qué hacer si mi cliente despierta su deseo sexual en la sesión y le gusta, o despierta su deseo sexual en la sesión y le avergüenza y pretende proyectar este deseo en mi, es decir, pensar que yo soy quien le está tocando de “manera sexual” en lugar de reconocer que es él o ella quien está sintiendo deseo y tomar esa sensación para explorar y escuchar qué le pasa a él o ella con su deseo?
El Shiatsu mueve hacia dentro, utiliza un elemento que es el contacto físico y el calor de la cercanía que promueve una confianza muy grande en quien lo recibe, invoca la sabiduría del cuerpo a través del reconocimiento que hacemos de sus canales energéticos, y activa el deseo del organismo de soltar memorias, de digerir emociones que provocan en el cuerpo sensaciones intensas, las cuales tocamos con nuestras manos cuando damos Shiatsu, incrementando el contacto con ellas para nuestro receptor… es decir que sumamos nuestra presencia energética y física a lo que le está ocurriendo a nuestro receptor y esto empuja a la superficie aquello que nuestro cliente quiere resolver hoy, aquello que necesita ver, comprender, asimilar, reconocer, sentir, darle espacio, que es aquello a lo que se resiste tanto y por eso le duele el cuerpo y crea síntomas físicos… o enfermedades del cuerpo o exageraciones en el carácter que producen mucho sufrimiento emocional.
Cuando yo terminé mi formación de Shiatsu y puse en marcha mi sala de trabajo con esta herramienta poderosa recién integrada en el año 2004, pronto empecé a recibir clientes y estos clientes me reflejaban continuamente las carencias en mi formación: no tenía ni idea cómo establecer, abordar y profundizar en lo más importante que ocurre en la sesión de Shiatsu: la relación de ayuda… dos seres humanos que se encuentran en relación de igualdad para explorar una dificultad que plantea el cliente y que el Shiatsusi decide acompañar… en ese momento mi mayor recurso era enfocar mi presencia en los canales energéticos de mi cliente para de esta manera acompañarle en su conciencia corporal y energética, pero si este incremento de conciencia provocaba una emergencia en mi cliente, yo carecía de recursos para darle soporte, forma, claridad, estructura a esta emergencia… necesité una formación de Gestalt para descubrir mi propio trabajo personal y de esa manera pude completar mis habilidades como Shiatsusi y poder abrir el diálogo cuando fuera necesario, sin proteger nunca a mi cliente de lo que pueda resultarle incómodo de afrontar, ya que está en el sitio más seguro de su vida para abrirse a lo que su emoción y su cuerpo quiera mostrarle hoy y yo me he entrenado con conciencia para no permitir desaprovechar esta oportunidad de toma de responsabilidad: para mi de hacer mi trabajo y para el otro de reconocer lo que le ocurre.
En el estilo Vivencial de Shiatsu valoramos mucho el trabajo de relación de ayuda en grupo con Gestalt para completar la formación, por varias razones que ya he señalado. Nadie puede establecer una relación de ayuda sin antes haber bajado a su propio infierno personal y haber integrado su sombra, eso que no reconoce de sí mismo, sus miedos, sus traumas, su núcleo básico de dificultad existencial… nadie puede acompañar a otro a sostener su dolor si antes no ha aprendido a respirar el suyo propio sin huir de él, nadie puede darse cuenta del contenido emocional y mental de un síntoma físico si antes no ha desenmascarado los suyos propios en un trabajo largo donde ha devuelto el poder de su salud a su cuerpo.
Por otra parte el profesional de Shiatsu necesita entrenarse en descubrir las trampas de su propio ego para poder sortear las que su cliente le hará, poder confrontarlo, frustrar su manipulación y apoyarlo de manera extraordinaria cuando contacte con su vulnerabilidad.
Susana Muñoz Mesa
Profesora de la Escuela Vivencial de Shiatsu
por ecoex | Ene 30, 2019 | Conciencia Extendida
Vivimos interpretando un personaje, una construcción del ego que fija nuestros patrones de comportamiento. Un “yo” que se recrea en sus propias fijaciones. Uno de los efectos más directos es la pérdida de contacto con el cuerpo y la consiguiente pérdida de vitalidad. Dejamos de identificarnos con él, su sabiduría y su capacidad reguladora, para enfocarnos en la mente, espléndida aliada de las neurosis.
Nuestra forma de ser adquiere rigideces que se traducen fisiológicamente en corazas o armaduras. Son las tensiones, los bloqueos posturales, los automatismos del cuerpo, la falta de salud, de flexibilidad, etc., que inhiben la vida del cuerpo. Es una energía que no ha logrado descargarse por la contención del ego que sigue patrones de supervivencia desde el miedo y la escasez.
El cuerpo, cuando le damos permiso para movilizar toda esa energía, reproduce por sí mismo estados de liberación que disuelven las funciones del carácter, procurándonos cambios internos y recuperando la función de la espontaneidad asociada al placer. La salud emocional y el desbloqueo físico van parejos. Liberar las inhibiciones físicas trae automaticamente una regulación de algún proceso pendiente y alivia las emociones contenidas.
Integrar la energía de la personalidad supone hacer converger el movimiento del ego y la espontaneidad del cuerpo, este es el objetivo de la bioenergética. El ego habitualmente nos aleja del contacto real con la sensibilidad tomando el camino de la fuerza, la competitividad, el poder, etc. El cuerpo busca el placer en sintonía con la energía sexual. Existe una fuerte ruptura entre la parte superior del cuerpo y la parte inferior. Este encuentro se realiza en un lugar mágico, donde el propio cuerpo traspasa la rigidez del bloqueo y accede al placer de la liberación organísmica, entonces el ego suelta sus miedos y sus obsesiones.
La bioenergética busca abordar aspectos de nuestra salud emocional mediante procesos energéticos corporales. Somos energía disponible. El bienestar emocional y la energía interna están en proporción directa. La adecuada disponibilidad de esta energía permitirá regular nuestro placer y viceversa. Los bloqueos de la personalidad generan cargas y el cuerpo permite la descarga. Permitir que el cuerpo descargue los bloqueos que acumulamos, permite restaurar la circulación de las emociones sanas. Salir de la productividad material al placer creador requiere de un desbloqueo de los patrones adquiridos que se manifiestan claramente en las corazas del cuerpo.
La contracción muscular, el dolor, la pérdida de flexibilidad, la falta de sensibilidad en áreas del cuerpo, son síntomas de la rigidez emocional. En la fisonomía se manifiestan las carencias que desde la infancia arrastramos por la desatención a las necesidades y los deseos específicos. El ego, que se aleja de la sensibilidad emocional, nos aleja a su vez del propio cuerpo, separándonos de la creatividad y del gozo.
Este trabajo nos conduce a una comunicación más propioceptiva, más basada en la experiencia propio. El cuerpo devuelve el realismo a la vida cotidiana. Nos reencuentra con el sentir, la función que permite ser fieles a los que nos sucede y no evadirnos en la fantasía de las creencias y los automatismos del ego.
El cuerpo lo tomamos como aliado para rescatar nuestra unidad energética. La garganta, la pelvis, los brazos, la respiración, la descarga energética, nos permiten canalizar y expresar de forma que podemos volver a conectar los centros separados: la mente, el corazón y los genitales. El cuerpo da mucha información sobre todo esto: la forma de pisar, la sensación de arraigo, la facilidad para el contacto con otros cuerpos, el estado de alerta o de abandono, como se incorpora la expresión en la comunicación, la tensión de la mandíbula, etc. La bioenergética trabaja con esto para avanzar en el proceso de expresión y posesión del cuerpo con una mayor conciencia.
El cuerpo nos puede llevar de viaje hacia un proceso regresivo o catártico. La descarga implica un poderoso caudal de energía. Es un proceso necesario para recuperar la sensación de estar completamente vivo. Destronamos las rigideces que nos impiden llorar, gritar o sentir miedo.
El tipo esquizoide recupera su derecha a existir de manera segura; el tipo oral su derecho a estar seguro en su propia necesidad; el psicopático a ser autosuficiente; el masoquista a ser independiente; y el rígido a recuperar su derecho a desear y procurarse la satisfacción.
por ecoex | Ene 23, 2019 | Erosfera
El sexo es la energía de la vida
y yo amo la vida. Todo es creado sexualmente y, lo que es mejor, todo lo que
existe es una oportunidad para conducirnos al éxtasis.
Cuando comparto mi energía sexual
con una mujer, me entrego al proceso de despertar mis sentimientos de amor y mi
inspiración creadora. Esto me pone en contacto con la abundancia que hay dentro
de mí. El orgasmo no es un mero estallido del clímax, sino que es una
experiencia del espíritu que consiste en alinear la fuerza sexual con el amor y
con la conciencia.
Nuestra cultura patriarcal ha culpabilizado
el sexo, lo ha manipulado y ha olvidado su potencial espiritual y
transformador. Como consecuencia hemos roto el vínculo natural que hay entre cuerpo,
naturaleza, placer y éxtasis. Yo lo vivía así en ocasiones, como una mera
práctica orientada al placer con o sin ingrediente amoroso. He buscado a menudo
en la amante el refugio emocional, un escudo para cubrirme de la intemperie
existencial, una oportunidad para salvar ese día mis vacíos o un mero copiloto
en el viaje al orgasmo. Además, mi precariedad emocional, me impedía entregarme
a toda la experiencia de apertura del corazón que me ofrecía. Me desnudaba
físicamente pero no internamente. Se me colaban juicios sobre lo oportuno o no
de algunas cosas o sobre mí mismo. Al final el sexo se convertía en un acto
donde se ponían en juego las estrategias del interés personal sin entregarme a
la inocencia y a las posibilidades que trae.
Acercarme al sexo consciente me
ha permitido plantearme ¿Para qué quiero usar esta energía? Es un caudal enorme
a mi disposición, pero: ¿Hacia dónde quiero dirigirla en el encuentro con la
amante?
Ahora entiendo mejor como el
movimiento del deseo, una vez despertado, conduce a la movilización de la
pasión en la que se incorpora la fuerza del corazón y del sentimiento. Y una
vez aquí, se puede abrir la puerta de la experiencia extática o espiritual. Un
circuito que trasciende las formas y el entendimiento. Me doy cuenta de que el sexo me empuja a
despertar y abrirme. La sexualidad consciente moviliza mi intuición, mi
inspiración, mis actos creativos, mi vitalidad y mi poder interno. Cuando hago
el amor nombro lo que veo en lo femenino: su fuerza, su magia, su ternura, etc.
Expreso lo que siento en un contacto profundo con mi intimidad. Pongo palabras
al deseo y me permito entrar en estados emocionales intensos. Puedo observar mi
energía masculina e integrarla. Suelto el control para que aparezca la
comunicación del corazón. Agradezco o pido perdón, según viene. Pongo dirección
e intención al acto sexual pidiendo lo que quiero para mí en el viaje del
placer y la entrega. Me apoyo en el poder del amor. Con el sexo aprendo a
conectar el sentir y el actuar. Cuando lo oriento de manera consciente es una alquimia
de transformación. Más allá de la intensificación del placer y la descarga impulsiva,
está el intercambio de las energías que busca elevarme en el encuentro amoroso.
El Tantra es un tejido para la expansión
de la conciencia. Definitivamente el sexo es un camino de comprensión y aceptación
total.
¿Qué me ha servido para llegar
hasta aquí? Recapitulo mi vida sexual y me doy cuenta de que he necesitado perder
el miedo a la apertura del corazón. Permitirme sentir todo lo que emerge y
manifestarlo para poder vivir los estados emocionales que el acto sexual me
trae. Para ello, he aceptado que se puede presentar cualquier emoción intensa:
el dolor, el miedo, etc. El sexo me conecta con mi fragilidad interior,
poniéndome delante la sombra en todos aquellos apartados de mi historia
personal pendientes de resolver. Y cuando esto aparece, me entrego, confiado en
que el sexo tiene un poderoso principio activo de transmutación de todos los
fenómenos.
He elegido también despertar los
sentidos, poner atención a todo lo que amplifica la experiencia del encuentro y
el amor. Ahora reconozco el poder del amor. Este es empujado por la energía
sexual que a su vez me moviliza para despertarme, hacerme más sensible y más consciente de lo que soy.
El tantra me dice que mi cuerpo es
sagrado. Vivo ahora la sexualidad como una oportunidad de sanación y de
iluminación. Para mí en este momento es un reto entender que cuando hago el
amor, la mujer es la manifestación de la divinidad que llevo dentro. La unidad
masculino-femenino está ya dentro de mí, la puedo vivir en el éxtasis del amor
tántrico. La adoración mutua hombre-mujer me abre al reconocimiento de que dentro
lo tenemos todo y de que toda división es ilusoria y falsa. El sexo me abre
ahora al placer, la meditación, el éxtasis. Quiero hacer de cada acto sexual
una celebración que puedo convertir en un proceso ritual de unión. A través de
él, me entrego a la vivencia de adoración de lo femenino, que me conecta al
placer con la vida. La naturaleza, la sexualidad libre, lo femenino, todo lo
negado por el modelo patriarcal, lo actualizo a través del tantra.
por ecoex | Ene 11, 2019 | Formación, inteligencia intuitiva, Talleres
La naturaleza del espíritu humano individual es novelesca: cada cual tiene dentro de sí un rebelde transformador o un genio, un poeta o un intérprete de las estrellas. Unos u otros albergan un amante pasional o un creativo loco; un despertador del subconsciente, un investigador lúcido o un artista singular. Cada cual tiene su especificidad con la cual proyectar su vida de forma única y alcanzar altas cuotas de satisfacción. Son cualidades heroicas inscritas y observables a través de la revelación interior. Pero una cierta sordera nos aqueja.
La sordera es una incapacidad específica para oír lo que ocurre dentro de ti. Bien es verdad que estamos sometidos a un ruido infernal. Al ruido ideológico que nos obliga a alinear nuestra vida con creencias externas aceptadas. Al ruido tecnológico: las máquinas se han colado en nuestra vida y nos inducen infinidad de rutinas. Y para rematarlo, el ruido de lo irrelevante que reproduce la permanente acción comercial y mediática, orientada a la mera distracción. Esto apaga las posibilidades de la conciencia. Nos sume en una espiral de insatisfacción y nos enreda, atendiendo las condiciones escasas de lo externo y olvidándonos de las fuentes inagotables de lo interno.
Somos una especie, la humana, acostumbrada a tensar la mente. Hablamos por hablar y tenemos miedo a no encajar en el mundo. La mente proyecta ilusiones de seguridad y estabilidad porque la mente humana es infeliz en la incertidumbre. Sentir es, a menudo, verdaderamente incierto. Por eso estamos en una permanente huida de la desesperación individual sin aceptar que nada es seguro, lo cual hace que escapemos de sentir.
Creo que hay que echar mano de una verdadera rebeldía para elevar la percepción y confiar en la sabiduría interna. Esta se manifiesta en la espontaneidad: en lo inesperado emerge información que nos permite darnos cuenta de cosas verdaderamente nuevas. Dentro de nosotros/as existe una energía organizada suficiente como para conectar con nuestra genialidad impredecible y clara.
La energía forma todas tus células, y las células de tu cuerpo son inteligentes, saben actuar independientemente de tu cerebro. Hay una inteligencia extraordinaria, una sabiduría y un orden que permite a cada célula saber cuál es su misión, y tú ni te enteras. Estamos ante una energía inteligente que lo es todo, que es la fuente creadora. La energía está en todas partes haciendo maravillas. Los átomos son capaces de unirse entre ellos para formar las moléculas, para formar todas las cosas. Cuando entiendes lo que es la energía caes de rodillas. Hay que amar esa obra, tal como se muestra, sin críticas, porque somos aprendices de esa sabiduría. La energía tiene el propósito de llevarte a la perfección, a la sabiduría total. La naturaleza es un libro abierto en el que se puede aprender todo: la relación, la armonía, el equilibrio, la fuerza, el orden… Si aceptamos que todo lo que forma la energía es inteligente, nuestra percepción de la realidad se amplía, se ensancha. Entonces nuestro papel en esta vida es reaccionar menos, elevar nuestras percepciones, y comprender más. La energía tiene un sentido de perfección. Juan Echegaray, doctor en Biología, catedrático de la Universidad de Santiago de Chile (La Vanguardia 27 de febrero 2018)
Existe un flujo de conocimiento al interior de las células. Este saber, cuando se confía en lo inesperado, llega al modo de una revelación o epifanía. Abrimos a una ecología de las emociones supone desvelar nuestra propia naturaleza, salirnos de la sordera interna y aceptar escuchar lo que se siente para ponerlo en primer lugar. Porque la vida es un misterio que combina la oportunidad, la experiencia emocional y la visión interior. Solo así rescatamos la genialidad. Rendir la mente tensa supone eliminar las instrucciones externas y abrir un espacio de oportunidad mediante el abandono a lo que sucede, dentro y fuera de nosotros/as. Si aceptamos esto, entonces se abre la conciencia a la belleza, la maravilla absoluta de la vida. Hay un montón de experiencia emocional viva, de risa y de santa locura almacenada en cada persona que sale de la mera estrategia de la supervivencia y acepta sentir, acepta despertar.
Si te interesa adentrarte en esta experiencia, participa en alguno de nuestros próximos talleres:
