
Romper el hechizo y completarme a mi mismo
Completarse a uno mismo/a ¡Quién dijo fácil! Completarse para mi significa sentir que lo que deseo y lo que la vida me ofrece es congruente; que el miedo no me condiciona; que despliego lo mejor de mi y saco mi artista interno; que integro con amabilidad mis partes de sombra y que siento amor dentro y fuera. Conquistar esto de un modo permanente, requiere de paciencia y amabilidad con uno mismo. Es el laboratorio de la vida. Como en un ajedrez, dentro de nosotros, cada pieza tiene que jugar su partida.
Después de años de trabajarme en círculos gestálticos, puedo ver lo importante que ha sido dar voz a una parte reprimida, condenada, que carecía de voz propia y que fue sustituida por un mandato, una creencia. Perdí de vista mi capacidad para relacionarme con las dificultades y adquirí un hábito racionalizador y autoindulgente. Pensé “si duele no es bueno”, evitaba cualquier contrariedad y ponía mi hedonismo por encima de todo.
He aprendido que estoy en un mundo de espejos. Todo en la vida es un acontecimiento que viene para que me desvele y componga el mapa de navegación de mi sueño vital, de mi propósito. Pero, extrañamente, me pegué años despistado.
Observo y veo: nos entregamos de por vida a trabajos que nos colapsan la energía… y aguantamos; nos introducimos en relaciones que sacan nuestra sombra más odiada… y nos peleamos; a veces nos enfrentamos a desencantos, fobias y bloqueos que obviamos y metemos en el cajón de las anécdotas; los padres/hijos disparan la peor versión de uno mismo… y nos conformamos con amar un poco; vivimos sueños nocturnos que nos remueven y nos despertamos sacudiéndonos los sentimientos vividos. Y para colmo, cuando tenemos un síntoma físico, lo abordamos con la mirada del mecánico de motores que solo ve bujías y cables estropeados.
¿Cómo romper este hechizo y conquistar un mayor poder en la conciencia? Poner en duda lo que me sostenía y me servía para atornillar mis rutinas, fue un acto altamente creativo. Entendí que entregarme al proceso de transformación personal era la puerta de salida a mi auténtica riqueza. Entonces me doté de momentos privilegiados para detenerme a poner foco en todas estas encrucijadas, quitar el velo y despertar al verdadero significado de todo lo que me envolvía en esta matriz. Lo llamamos “darse cuenta”. Consiste en entrenarse para reconocer auténticamente lo que se siente. Salir de la permanente interpretación. Los pensamientos no resuelven los problemas. Los círculos de Gestalt me han ido despertando.
La verdad siempre es interna, es personal. Se llega a través del sentir, y cuesta. Veo como tengo ya dentro la información que necesito. Por eso, detrás de una pregunta, existe una respuesta interna que hay que desvelar. El inconsciente tiene toda la información. Apuntar al auténtico deseo ha sido para mí la clave, porque negar el deseo es sufrir, igual que negar el dolor. Y esto es lo que me impedía destapar mi energía que está diseñada para la máxima satisfacción. El cuerpo, que nunca miente, ha sido mi guía pues es un fiel depositario de estas verdades.
Mientras me empeñaba en evitar aquellos escenarios en los que se manifiestan mis miedos más arcanos, la realidad me los volvía a presentar para que resolviera. Lo he vivido especialmente en las relaciones interpersonales. Hasta que no desvelé para mí mismo mis carencias, mi culpa, mi individualismo, mi dolor, mi vulnerabilidad, mi tacaño, mi dependencia, etc., la vida me lo seguía trayendo a su manera.
Manifestar la equivocación, lo vergonzoso o impresentable, los miedos; decir te quiero o te odio con la misma fuerza, permite que emerja la verdad. Eso es liberador. Solo si hay enfermedad podemos experimentar curación. La sombra solo quiere ser vista y reconocida.
Decía C. Rogers que para convertirse en persona primero había que transformarse en monstruo. El monstruo no es tan feo como lo pinta… nuestro ego, que se ha acostumbrado a ejercer un control omnímodo. Lo que con más ahínco negaba en mí, es lo que más necesitaba ver, donde más he tenido que volcar una mirada de amor.
Sanar es dejar de imitar y permitir que emerja el ser genuino, tal vez estrafalario y majareta, que llevo dentro. Reconozco que el caos me inquieta, aún me peleo con el desorden. Deduzco que, posiblemente, el orden me constriñe aún. Anhelo la santa locura, donde el caos me conduce a un orden divino que yo no controlo. La imagino como un camino en el que doy permiso a que emerjan los auténticos centros de sabiduría y poder que me guían, lejos de la mente analítica: la sabiduría del corazón; la verdad innata del cuerpo sentido; el impulso sanador del inconsciente; la lucidez de la conciencia conectada a la percepción. Desinflo la importancia personal y doy espacio a las manifestaciones caóticas. Es el viaje de la autenticidad. Es extraordinariamente apasionante. Dramático a veces, divertido otras y sanador siempre.
Creo que todos tenemos un artista dentro. Es alguien que está en comunión con su sentir más luminoso y se otorga el pleno derecho a expresarse con total libertad. Solo puedo acompañar una buena terapia si antes he experimentado la medicina sanadora de mi corazón amoroso; solo puedo pinchar una buena sesión de música si antes me he enamorado de los sonidos que recreo interiormente en mi mundo de melodías y ritmos; solo puedo hacer un buen podcast si antes he conectado y me he apasionado con alguna faceta de la vida u obra de esa persona.
Compruebo como mi sanación ha ido de la mano de ir enamorándome de lo que soy, sin peleas ni exclusiones; sin carencias ni mendicidades. Me he enamorado de mi disfrutón, de mi músico, de mi individualista, de mi hombre sensible, de mi orador, de mi creativo, de mi chamán, de mi amante apasionado, de mi poder, de mi místico, etc. También de mi monstruo con ayuda de muchos círculos de terapia. Está hecho de miedo y de dolor. Ya lo puedo abrazar.
Renuncio ya a intelectualizar la vida. Pongo intención en completar mis propósitos más profundos, aceptando que puedo pedir lo más grande. He ido desterrando la resignación y ampliando la intensidad del placer con la vida. He descubierto que la curación es el placer y la alegría del corazón.
A día de hoy siento que he roto el hechizo y que he adquirido aprendizajes que me acercan a mi mejor versión. Lo compruebo porque: doblego mejor al ego autosuficiente pidiendo en cada momento lo que necesito, como una forma de auto respeto y honestidad con mi vulnerabilidad. No me identifico con el juicio, la culpa, la víctima y la represión, y utilizo esa energía a mi favor para poner límites. Desvelo cada vez mejor mi rabia, y la convierto en poder para confirmar y completar lo que deseo.
Estoy convencido de que encarné en esta dimensión para tomar el reto de abrir mi corazón y sanar. Acepto que la mayor parte de mi biografía ha sido una historia de resistencias a este viaje. Pero me fascina ver cuanto amor hay disponible a mi alrededor y dentro de mí para que pueda completarlo.
Si quieres darte cuenta de ti en un laboratorio cualificado de alta resolución para recoger toda la vivencia que te aporta el autorreconocimiento y transitar estados internos … Ven a alguna de estas propuestas
Pincha la imagen para más información.

