Es curioso cuando una persona tiene la posibilidad de echarle una bronca a otra. Se mueve una relación de poder que a veces no está nada clara. Los padres pueden si lo desean reprimir a sus hijos pequeños, adoctrinarlos, controlarlos, y someterlos a castigos. Cuando esto ocurre entre dos personas adultas es un fenómeno muy curioso si lo consigues mirar desde una perspectiva neutral y alejada de la situación.

Sólo te puedo echar una bronca, ponerte en crisis, cuestionar tu modo natural de ser, invalidarlo, amenazarte, hablarte mal, maltratarte… si resuena con tu propia bronca interna, tu juicio, tu invalidación, tu automaltrato, tu inseguridad a ser amado por lo que eres, tu falta de hábito interno de amor propio por lo que eres, no por lo que haces o demuestras ser.

Te cuestiono con rabia y esto toca un botón dentro de ti de reactividad, justificación, defensa, y generador de perturbación que al final te toca digerir a ti en tu propio organismo, y transitar un rato de desagrado aún finalizada la conversación.

Me he propuesto no emplear ni un ápice de mi energía en meterme en perturbaciones a dúo y voy a ser absolutamente leal con el cuidado de mi foco.

Esta determinación me ha llegado después de una bronca con un compañero y a través de la compasión del corazón.

Pude permanecer en la templanza y no sentirme provocada en la visceralidad. Yo soy muy visceral con lo cual esto es un logro de la energía. Esto me permitió tiempo ralentizado para observar lo vapuleado que se sentía mi interlocutor por mi reproche.

Reprochar, echar en cara con juicio…

Si yo te reprocho, tú te sientes reprochado ¿y cuál es el problema? ¿quieres ser intachable, inmaculado, impecable todo el tiempo? ¿quieres sentirte amado a través de la aprobación incondicional, del reconocimiento y reaccionas con ira cuando recibes lo contrario?

Cuando cortamos la comunicación después de atravesar la ola emocional en cada detalle, pensé, me habla en plural porque vive la bronca que le echa lo femenino, como si llevara un cartel en la frente que dijera “si es mujer vierta su reproche en mi, por favor, para que yo pueda reaccionar y expresar mi ira acumulada” Cada día una sesión de azotes, para actualizar el maltrato de la infancia de niño reprendido por mamá y traicionado por ella al entregarlo a la ira castigadora de papá.

No quiero contribuir a esto y quiero salirme ya. Estoy fuera. No quiero leer la historia personal de los niños varones maltratados y acercarme a ellos a tocarles los botones de la regresión a la infancia. Son patrones densos y pegajosos, me atrapan porque me resuenan, y acabo en la expresión de reproches a una persona libre que no me debe nada. Cuando entro en el reproche yo me convierto en una víctima de las acciones que realizan los demás, las que me elevan o me hunden, poniendo mi atención y mi poder en algo externo a mí.

Quiero hablar con mis reproches y comprender cómo puedo darles mi atención para que no vayan tocando botones a la persona que me ama, y que por este motivo conviertan el espacio amoroso en un espacio de desconfianza.

Qué hago con eso que espero de ti y no llega cuando lo deseo, no me complace, cuando me lo das ya no lo quiero o lo recibo con absoluta neutralidad porque no ha sido una respuesta a mi impulso vital de deseo cuando se originó.

Queda al descubierto mi niña en la carencia. Esa que no tengo integrada del todo porque en mi identidad me conté que en mi infancia fui feliz y tratada como una persona inteligente por papá y mamá.    

Abrazo a la niña ahora. Quiero darte algo que te guste mucho.

-Un paseo por el campo y buscar piedras para el Temazcal.

A mi niña le encanta el Temazcal. Se siente de nuevo en el útero y recupera toda la salud, rodeada de su tribu, en la oscuridad del interior, con las abuelitas que calientan la cúpula y nos hace sudar y aligerar.

Esta actividad le encanta a mi niña. Es de esas actividades que la niña interior está incluida en la realización profesional de la adulta con lo cual la satisfacción es real.

Qué curioso investigando sobre mi reproche he llegado aquí: a la niña interior y mi relación con ella.

No más escapatoria de atender esta parte de mi. Por eso en esta etapa de mi vida he elegido la soledad en cuanto a que no busco vinculo de pareja. Ya basta de perpetuar el maltrato entre el tú y el yo. Necesito entrenarme durante un tiempo, quizás un año, con mucha conciencia en recibir mis estados de angustia en la soledad. Mi mayor alianza es la Naturaleza: la cueva, el río, el bosque, donde la escucha que puedo ofrecerme se incrementa.

No quiero verme a mi misma en el reproche. Lo que te pido a ti, me lo quiero dar yo. También quiero observar cómo es nuestra relación sin expectativas, si para observar este tipo de relaciones necesito bajar la intensidad del apego, a por ello voy.

-Madre interna –me pregunta la niña -¿Te has hecho presente para mi? ¿No vas a abandonarme?

-Estoy aprendiendo a quedarme, pequeña esencia. Lo que yo llamaba soledad era más bien el miedo que me daba hacerme cargo de mis carencias internas. ¿Cómo va a ser soledad si tú y yo están dentro de mi?… ¡vamos al campo a por piedras!