Cuando me doy permiso en la apertura y la exploración y coincido con otras personas en este mismo lugar, me encuentro un espacio y un tiempo donde puedo ser yo misma, o al menos intentarlo a pesar de mis resistencias. Esto actualiza la alegría de ser y le da poder a lo que soy, a pesar de lo que creo que debo ser y me impongo como mi cárcel personal en forma de identidad.

Hoy abro la puerta de mi cárcel y me sumo a este círculo donde invocamos juntos el autoconocimiento, sin condicionamientos sobre lo que pienso que es bueno o es malo –basados en mi historia personal. Me abro a experimentar en un sitio donde puedo tocar mi vulnerabilidad y atravesarla. Hemos llegado a este acuerdo de estar presentes y en contacto individual. Ya conocemos el enredo donde entramos cuando tengo expectativas en mis relaciones, cuando no cumplo las expectativas del otro y el otro no cumple las mías, cuando yo misma no cumplo mis propias expectativas para mi vida. Cuando aparece el reproche, la culpa, el juicio de lo que es bueno, lo que es malo, lo que es mejor, lo que es peor, la exigencia, y el juego de tortura contra mí misma o contra el otro. ¿Quiero abandonar el sufrimiento, con sus miles de caras?

Hoy me doy permiso para ser quien soy y descubrirme, sin entrar en manipulación con la excusa de que todo en mí está mal y debo cambiar para ser mejor… me relaciono conmigo desde la inocencia de no saber quién soy y estar aquí para descubrirlo. Y aterrizo a través de los encajes del plan de la vida en un laboratorio humano de experimentación donde cada cual toma la responsabilidad de lo que siente, de lo que quiere y de lo que hace con todo eso. Me expreso en primera persona para mostrar quién soy desde la receptividad de escuchar mi propia voz. Mi garganta –cuando la libero de filtros en su expresión –manifiesta con el sonido mi ser genuino y me anima a seguir este sonido para completarme. Yo soy mi propio viaje.

La exploración de la mente profunda a través de la terapia regresiva permite acceder, de manera muy inmediata, a sustratos internos donde nos encontramos con nuestras necesidades pendientes: la soledad, el juicio, el abandono, la pérdida. En contacto con ellas y en ese estado de conciencia modificada, se reproduce un espacio terapéutico privilegiado. Nuestra memoria celular y nuestro inconsciente albergan todos los códigos biográficos, todo el mapa de nuestro viaje existencial. Al mismo tiempo, contienen las posibilidades internas para actualizar esa necesidad y dotarnos del ajuste interno necesario. La hipnosis regresiva permisiva es un trabajo de auto regulación sutil que nos despierta al viaje de la vida y a su sentido personal.

Cada persona viene a la vida con su personal y específico impulso creador. Existe un movimiento interno que permite nuestra expresión propia, al cien por cien, cada cual en su forma. Se distingue claramente porque conecta con la vida, como si se amplificara el contacto con la experiencia misma de vivir, de sentir las cosas. Cuando ese movimiento se interrumpe, genera insatistacción.

La garganta es nuestro centro creador. Contiene el sonido, la vibración y la autoexpresión. Simboliza el dominio de la consciencia que crea, transmite y recibe las comunicaciones, tanto con nuestra sabiduría interna como con los demás. Activar ese centro es ponernos en contacto con nuestra capacidad creadora. Y si esto se realiza dentro de la tribu, adquiere un carácter muy movilizador.

La tribu posibilita que se produzca la alquimia donde todo puede suceder, todo es posible expresarlo, porque nada nos es indiferente. Se abren nuestras posibilidades de ser, lo tuyo también es en cierto modo mío, me sucede. Esto me descubre y me despierta. En la tribu la energía se amplía, lo dionisiaco rompe con nuestras estructuras mentales rígidas y nos da permiso para sentir con el cuerpo como perfecto aliado.