Los profesionales que practicamos Shiatsu nos ofendemos o nos resistimos a definir el Shiatsu como un masaje. La definición que hagamos de Shiatsu nos indica dónde nos queremos posicionar, donde nos sentimos cómodos para realizar nuestro trabajo y aunque nos movamos en una comunidad de practicantes, cada uno de nosotros como profesional individual explora su territorio, descubre cómo le gusta realizar su trabajo, qué puede honestamente ofrecer y cuál es su límite en el momento presente.

He aquí la definición de Shiatsu que recogen los estatutos de APSE (artic. 35):

“El shiatsu es una práctica basada en la teoría médica japonesa y china cuyo fin es ayudar a las personas en sus procesos curativos y en su autodesarrollo a través de la presión y el contacto. Es un sistema holístico, que considera los síntomas y las enfermedades como manifestaciones de los desequilibrios y busca resolver las causas que subyacen en estas condiciones, trabajando con la energía de la persona a través del cuerpo”.

Creo que cada uno de nosotros, que hacemos cada día del Shiatsu nuestra profesión tenemos una manera de comunicar lo que es, y en esta definición de qué es Shiatsu nos posicionamos nosotros sobre qué queremos dar con este trabajo de relación de ayuda a otros y cuál exactamente es nuestra propuesta. Si no nos sentimos a gusto con decir que Shiatsu es un masaje es porque no creemos en la función exclusivamente mecánica de este trabajo. Más allá del mecanicismo seguimos buscando cuál es nuestro sitio.

La última definición que yo he usado ha sido esta:

Shiatsu es una relación de ayuda a través del trabajo corporal y el contacto físico fundamentalmente con las manos (aunque también se pueden usar pies, antebrazos, rodillas…)  donde se recorren los meridianos de energía o chi(Medicina Tradicional China) y se trabaja con presión, calor, estiramientos, movilizaciones, aperturas, sedación o tonificación de puntos en el cuerpo. Su pretensión es acompañar a la persona a despertar o activar sus recursos de conciencia corporal y de autorregulación del organismo para regresar al equilibrio o salud, o bien para incrementar su autoconocimiento. En este proceso pueden emerger estados emocionales en el receptor y esta emergencia se considera parte importante de este trabajo, pudiendo abrir el diálogo en la sesión, o bien acompañar en la expresión de la emoción (llanto, rabia, etc…) o el movimiento corporal que se ajuste a la vivencia interna del receptor.

Según la definición que uno posea, escrita en un papel o latente en el interior de cada uno, se dará cuenta de qué posición ocupa cuando se sienta enfrente de su cliente antes de comenzar la sesión de Shiatsu: qué puede y quiere ofrecerle y qué no quiere ofrecerle, cuál es su límite en este trabajo.

Posicionarse clarifica la relación de ayuda tanto para el receptor como para el profesional y la primera entrevista puede utilizarse para sentar las bases del trabajo.

No existe para mi mayor experiencia de transformación y salud que tomar la responsabilidad de lo que me ocurre: darme cuenta de qué me ocurre, lo que siento, cómo se expresa en mi cuerpo, y decidir qué quiero hacer con esto, explorar mis posibilidades de acción y probar con lo que quiero probar. Yo quiero que mi cliente de Shiatsu vaya tomando la responsabilidad de su cuerpo, de sus síntomas, de su salud, de sus emociones… observo detenidamente cuando mi cliente de Shiatsu me pide que yo le quite sus síntomas físicos incómodos, le cure su enfermedad o algo por estilo… no caigo en la trampa de tomar una responsabilidad que yo no puedo asumir ni quiero hacerlo ni intentarlo… seguir “jugando a médicos y pacientes” es perpetuar la dependencia de mi cliente al apoyo que viene de fuera de sí y tomar la responsabilidad de su salud es lo realmente diferente que puede guiarle a recuperar la autoridad de su vida y restaurar su vitalidad. Por eso le comunico a mi cliente que en la sesión de Shiatsu yo le voy a acompañar en su exploración para que descubra qué le ocurre, qué contiene su síntoma, cómo se siente y qué quiere hacer… Si espera de mi que yo “le cure” “le salve” “le ayude” le explico claramente su error, y la importancia y el valor del acompañamiento que yo le ofrezco. Efectivamente yo no le voy a ayudar, como si yo supiera lo que él o ella necesita, yo le voy a acompañar a que él o ella se de cuenta de qué necesita y que decida cómo quiere atender su necesidad, a que se de cuenta de lo que contiene su síntoma físico y que ventajas y costes posee… porque los síntomas físicos también son deseados y persisten por sus ventajas.

Te acompaño desde mi presencia física, energética y emocional, para que con mi escucha y atención a través del tacto y el reconocimiento de tu entramado energético puedas reconocerte a ti mismo y darte cuenta de qué te pasa, a partir de ese reconocimiento puedas habitar tu emoción, sentir tu cuerpo plenamente en toda su extensión, y decidir qué quieres hacer con lo que descubres.

Conforme se aclara este enfoque a través de la comunicación y de la vivencia, el cliente de Shiatsu recibe un espacio y un tiempo donde es posible profundizar en sí mismo y donde los límites del trabajo personal se van ampliando, ahora mi cliente no viene a darse “un masaje” ahora se da cuenta de que viene a tomar contacto consigo mismo, revisar su momento presente, escucharse tanto en lo físico, en lo energético como en lo emocional y tomar decisiones, recuperando su autoridad interna… esta propuesta anima al cliente a ir siempre un poco más allá de sí mismo… La persona encuentra un espacio para tocarse y descubrirse, un sitio de máxima confianza donde no existe el juicio y puede traer a la luz asuntos incompletos de su vida, cuyas memorias están presentes en su cuerpo aquí y ahora, ese cuerpo que yo como profesional de Shiatsu le estoy tocando durante toda la sesión, y ese valioso hallazgo lo utiliza para ir cada vez acercándose un poco más a sí mismo, a las cosas que realmente son importantes para sí, cada vez un poco más profundo, un poco más directo a la necesidad que tiene de darse cuenta y reconocer lo que le está pasando ahora, lo que siente, lo que emerge de su interior para ser visto, comprendido, aceptado, integrado.

En este punto me doy cuenta de la importancia que tiene que el profesional de Shiatsu haya vivido un profundo y comprometido proceso personal, donde haya trabajado con su cuerpo y con sus emociones, haya superado rasgos automáticos de su carácter y haya conquistado un espacio grande de libertad interna, sea responsable de su salud y vitalidad, y haya despertado recursos como la fe absoluta en la autocuración del cuerpo, la creatividad, la autonomía, la autoayuda, y el autoapoyo… que realmente tenga algo que ofrecer en una relación de ayuda a través de Shiatsu que no sea un masaje mecánico basado en técnicas japonesas y nociones de medicina china.

Si nos posicionamos en una atención holística es honesto y necesario entregarse a un entrenamiento en este sentido que debería estar contenido en la propia formación que nos cualifica como profesionales de Shiatsu… pongo un ejemplo ficticio: soy estudiante de Shiatsu y estoy en mi segundo año, mi compañero está trabajando conmigo en el canal de Bazo en una práctica de nuestra formación y me está doliendo, en ese dolor siento rechazo y me siento incómoda, mi impulso primero es expresarle mi incomodidad y lo hago, en ese momento él me anima a respirar este dolor… toma aire, me dice, y cuando expulses el aire llévalo a este punto que estoy tocando… confío en él y exploro su propuesta, de pronto incremento el contacto con mi dolor y descubro que además de este dolor físico siento rabia, de pronto aparece en mi visión interna la cara de mi expareja, y me doy cuenta de que siento rencor hacia él, a mi mente vienen palabras que me gustaría decirle, expresarlas en voz alta, mi respiración se acelera… ¿cómo gestionamos esto en la clase de Shiatsu?

Este ejemplo es común que ocurra en una clase de Shiatsu, ya que el Shiatsu no es un masaje y sí un trabajo profundo de contacto, y cuando entro en contacto conmigo aparece todo aquello que necesito resolver y que mi cuerpo me puede ayudar a integrar… y es el sitio y el momento perfecto para darme cuenta de lo que me pasa, y si yo soy estudiante y estoy en formación necesito entrenarme en lo que luego le ocurrirá a mis clientes en la consulta de Shiatsu… ¿Cómo aprender a apoyar la comunicación de sentimientos, o de conflictos internos?¿Cómo abrir un diálogo con el síntoma físico?¿Cómo sostener estados emocionales como dolor, rabia, vergüenza.. que pueden surgir en mi cliente cuando está bajo mi contacto de Shiatsu?¿qué hacer si mi cliente en la sesión de Shiatsu contacta con un trauma de abuso, regresa a un recuerdo doloroso?¿qué hacer si mi cliente despierta su deseo sexual en la sesión y le gusta, o despierta su deseo sexual en la sesión y le avergüenza y pretende proyectar este deseo en mi, es decir, pensar que yo soy quien le está tocando de “manera sexual” en lugar de reconocer que es él o ella quien está sintiendo deseo y tomar esa sensación para explorar y escuchar qué le pasa a él o ella con su deseo?

El Shiatsu mueve hacia dentro, utiliza un elemento que es el contacto físico y el calor de la cercanía que promueve una confianza muy grande en quien lo recibe, invoca la sabiduría del cuerpo a través del reconocimiento que hacemos de sus canales energéticos, y activa el deseo del organismo de soltar memorias, de digerir emociones que provocan en el cuerpo sensaciones intensas, las cuales tocamos con nuestras manos cuando damos Shiatsu, incrementando el contacto con ellas para nuestro receptor… es decir que sumamos nuestra presencia energética y física a lo que le está ocurriendo a nuestro receptor y esto empuja a la superficie aquello que nuestro cliente quiere resolver hoy, aquello que necesita ver, comprender, asimilar, reconocer, sentir, darle espacio, que es aquello a lo que se resiste tanto y por eso le duele el cuerpo y crea síntomas físicos… o enfermedades del cuerpo o exageraciones en el carácter que producen mucho sufrimiento emocional.

Cuando yo terminé mi formación de Shiatsu y puse en marcha mi sala de trabajo con esta herramienta poderosa recién integrada en el año 2004, pronto empecé a recibir clientes y estos clientes me reflejaban continuamente las carencias en mi formación: no tenía ni idea cómo establecer, abordar y profundizar en lo más importante que ocurre en la sesión de Shiatsu: la relación de ayuda… dos seres humanos que se encuentran en relación de igualdad para explorar una dificultad que plantea el cliente y que el Shiatsusi decide acompañar… en ese momento mi mayor recurso era enfocar mi presencia en los canales energéticos de mi cliente para de esta manera acompañarle en su conciencia corporal y energética, pero si este incremento de conciencia provocaba una emergencia en mi cliente, yo carecía de recursos para darle soporte, forma, claridad, estructura a esta emergencia… necesité una formación de Gestalt para descubrir mi propio trabajo personal y de esa manera pude completar mis habilidades como Shiatsusi y poder abrir el diálogo cuando fuera necesario, sin proteger nunca a mi cliente de lo que pueda resultarle incómodo de afrontar, ya que está en el sitio más seguro de su vida para abrirse a lo que su emoción y su cuerpo quiera mostrarle hoy y yo me he entrenado con conciencia para no permitir desaprovechar esta oportunidad de toma de responsabilidad: para mi de hacer mi trabajo y para el otro de reconocer lo que le ocurre.

En el estilo Vivencial de Shiatsu valoramos mucho el trabajo de relación de ayuda en grupo con Gestalt para completar la formación, por varias razones que ya he señalado. Nadie puede establecer una relación de ayuda sin antes haber bajado a su propio infierno personal y haber integrado su sombra, eso que no reconoce de sí mismo, sus miedos, sus traumas, su núcleo básico de dificultad existencial… nadie puede acompañar a otro a sostener su dolor si antes no ha aprendido a respirar el suyo propio sin huir de él, nadie puede darse cuenta del contenido emocional y mental de un síntoma físico si antes no ha desenmascarado los suyos propios en un trabajo largo donde ha devuelto el poder de su salud a su cuerpo.

Por otra parte el profesional de Shiatsu necesita entrenarse en descubrir las trampas de su propio ego para poder sortear las que su cliente le hará, poder confrontarlo, frustrar su manipulación y apoyarlo de manera extraordinaria cuando contacte con su vulnerabilidad.

Susana Muñoz Mesa

Profesora de la Escuela Vivencial de Shiatsu