La Universidad de Yale realizó hace unos años una investigación observado mediante resonancias magnéticas las áreas del cerebro que se activan cuando se medita. Para ello trabajaron con la concentración basada en la respiración y en el contacto con el cuerpo; con la meditación del amor/amabilidad que recurre a la repetición de frases positivas hacia los demás y hacia uno mismo; y la conciencia sin elección, que pone atención a los pensamientos y los observa sin pretender cambiarlos ni modificarlos. En todos los casos que analizaron vieron cómo se activaba un área del cerebro llamada Red Neuronal por Defecto (DMN), situada en la corteza cingular posterior y prefrontal, distinta de la Red Orientada a las tareas, que se activa para la planificación. Se descubrió con este experimento que las personas que meditan desarrollan esta red neuronal por defecto en la que hay una mayor conciencia de uno mismo y del presente.
Otra interesante y curiosa parte de nuestro cerebro es la glándula pineal. Tiene apenas 8mm de tamaño y forma de árbol. No solo recibe un gran flujo de sangre, sino que regula aspectos como los ciclos, la madurez y la actividad sexual. Influye sobre gran parte de nuestras glándulas internas y nuestras respuestas endocrinas. Se trata de la única glándula capaz de manejar información magnética y neuroquímica. Traduce el campo de la energía en información neuronal. Es un órgano crono biológico y fotosensible. Podríamos compararlo a una antena que funciona como un transductor. Esta cualidad le permite poner en relación los ciclos universales con nuestros ciclos biológicos. Se convierte así en puente privilegiado entre el planeta, el cuerpo y la mente. Es por ello que tradicionalmente se le ha asignado la función de la espiritualidad que reproducen los aspectos de sentido.
La Red Neuronal por Defecto y la glándula pineal son estructuras de nuestro cerebro que emergen con sus funciones propias cuando las activamos mediante una sustancia enteógena, como por ejemplo la psilocibina presente en el hongo Psilocibe cubensis, o la molécula sintetizada MDMA. Enteógeno se puede traducir como “hacer nacer el dios que tenemos dentro”. Su experimentación está demostrando que habilita la mente para estados de conciencia extendida, es decir, para ampliar su percepción y tomar contacto con aspectos de la vida cuyo conocimiento está normalmente velado, pero despierta dentro de nosotros si le dejamos paso. Los enteógenos dejan la Red orientada a las tareas en un segundo plano para amplificar funciones como la de la conciencia propia, la activación de la energía sexual creadora y el acceso al “darse cuenta” de aspectos de la vida personal. Los efectos de la meditación y las propiedades específicas de la pineal, -en especial la apertura o activación de una sensibilidad propia más allá del plano puramente cognitivo a la que podemos llamar intuición-, pueden asociarse igualmente a la experiencia psicodélica.
El viaje enteogénico permite una experiencia de claridad en un estado de reposo mental excepcional. Otorga una especie de equilibrio ecológico de la mente. Despierta cualidades específicas relacionadas con la conciencia de uno mismo. Amplía la percepción que permite la experiencia espiritual. Da acceso a una información cuyas fuentes están reguladas por aspectos de nuestra naturaleza interna, una especie de sabiduría inscrita en nuestra memoria y nuestras células que ofrecen un conocimiento específico sobre lo que somos, lo que vivimos y lo que experimentamos, sea como condicionamientos o como vías expansivas de liberación.
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