Desde que nos conocimos Alfredo y yo (Susi)…

empezamos a trabajar con la gestión del deseo sexual. Siempre hemos sido compañeros de laboratorio de trabajo personal. Nos encontramos para despertar y todo lo que vivimos es parte de ese despertar. El deseo sexual es la gran motivación que me anima y te anima desde el inconsciente a buscar y tomar las mejores experiencias de aprendizaje y conciencia. Es el conejo blanco que llama nuestra atención para que lo sigamos y nos adentremos en una aventura de superación, donde nuestro pasado puede disolverse para que nazca una nueva manifestación actualizada de nuestro corazón, una expresión más auténtica de nosotrxs mismxs. El conejo blanco es el deseo. Nos activa la inocencia de lo nuevo y el desafío, nos moviliza nuestra historia personal incompleta, desordenada, donde quedaron asuntos de dolor y miedo que aún no han sido integrados en nuestra conciencia adulta. Aparece delante de nosotrxs una puerta hacia el pasado donde habita un niño herido o una niña herida que espera la máxima atención, amor, y energía para tomar su lugar con plenitud, donde un adulto le enfoca con toda su visión y corazón, y ese adulto somos nosotrxs mismxs en la actualidad, completando el trabajo que papá y mamá no desarrollaron hasta nuestra necesidad profunda, convirtiéndonos por fin en nuestro padre y en nuestra madre, pudiendo soltar el pasado, liberar toda ese energía anudada en el pasado para que forme parte de nuestro presente y nos permita crear nuestra realidad como nos inspira nuestro corazón.

El deseo sexual nos lleva a limpiar nuestra sombra de esta manera. Nos une a otra persona para generar un laboratorio de aprendizaje, es una nueva oportunidad que nos otorgamos, nos proporciona de nuevo una experiencia de confianza absoluta, nos activa el recuerdo de la fusión, de la no separación, cuando estábamos conectadxs con nuestra Naturaleza donde éramos uno con todo lo que existe. Este estado a dónde nos conduce el deseo es la Erosfera. Un estado donde la energía sexual se intensifica y que si la respiramos con conciencia la podemos dirigir de manera sanadora: para limpiar el pasado, desprogramarnos en las creencias, completar la experiencia emocional del pasado(dolor, miedo, rabia…), tomar la responsabilidad del niñx que vive en nuestro interior que es la fuente de nuestra creatividad y estados de inocencia, gozo, alegría, amor. Y desde la libertad interna conquistada crear nuestra realidad con la elección de nuestra conciencia.

En la desprogramación de creencias usamos la comunicación con el otro. Las creencias sólo persisten en el aislamiento de la cabeza, el contacto en el sentir con otra persona a través de la comunicación de la intimidad honesta, responsable y sincera nos trae al presente con intensidad. Todo lo que tenía sentido en nuestra cabeza, al ponerle palabras y mirar a los ojos a otra persona nos emociona y nos hace sentir vulnerabilidad, y lo que era mecánico en nuestra cabeza y se ajustaba a un pensamiento ordenado, deja de tener ese sentido. Expresar cosas que nos cuesta expresar porque sean conflictivas, porque sean muy íntimas, porque nos descubran, porque nos desnuden delante de otra persona, porque incrementen nuestra escucha real y nos acerque a la verdad y por lo tanto a nuestro propósito… es una experiencia de aterrizaje de urgencia en el presente y limpieza de patrones del pasado, cuando pusimos tanta energía en confiar en nuestro pensamiento y no en nuestra intuición, y toda nuestra educación y estructuras externas en nuestra vida nos empujaron a darle todo el poder al hemisferio izquierdo del cerebro, a la racionalidad.

En el espacio de la Erosfera generamos un laboratorio para darnos todo el permiso para sentir. Sentir con el otro como acompañante, como compañerx, e invocamos a nuestro deseo sexual como material puro de vitalidad, energía, que tomará diferentes matices según su recorrido por los centros de energía de nuestro cuerpo: el vientre contiene las emociones y su relación con nuestra historia personal que requiere ser disuelta, el pecho contiene todas las sensaciones de intimidad como la gratitud, el gozo, la presencia, el amor… la garganta nos permite ponerle palabras a la intimidad y crear nuestra realidad al nombrarla, la palabra nos permite la experiencia de desvelamiento que pone luz en los espacios clandestinos, furtivos y secretos, la visión y el viaje del alma o propósito nos conduce a ver y a abrazar nuestro espíritu, uniendo la tierra que somos con el cielo que somos, y crea la realidad en la materia según la voluntad de nuestro corazón.

Sentir se convierte en un viaje infinito donde la otra persona que nos acompaña en el deseo y en el amor como un espejo, como un amplificador, como un canal, con su abrazo, con su palabra y con su mirada nos ayuda a tocar nuestra herida del pasado para atenderla en la confianza, a pesar del miedo a la vulnerabilidad que permanece con nosotrxs desde niñxs y que tantas y tantas veces nos lleva directamente a la reactividad automática defensiva con diferentes pasiones del ego como el orgullo, la codicia, o la avaricia… olvidando que mejor que defendernos podemos transformarnos. Que cada vez que nos defendemos inyectamos rigidez en el cuerpo a nivel celular, y nos endurecemos. Que cada vez que decidimos saltar al vacío de la vulnerabilidad nuestro cuerpo sutil se extiende a través de nuestra sensibilidad humana que no está limitada ni por el tiempo, ni por el espacio, ni por la forma.

Erosfera. Del 23 al 26 de Agosto.