A nuestra convocatoria de Maithuna hemos acudido 6 parejas. Le vamos a dar un gran tiempo de preparación hasta entrar en la entrega al amor y la unión sexual. Nos movemos con la premisa de que antes de hacer la fiesta es urgente limpiar la casa. Esto significa que atendemos la sombra para darle un sitio y que así se sienta vista, aceptada, y en el momento del Maithuna nos permita un soporte de serenidad donde generar el vuelo hacia el gozo y el éxtasis y otros estados elevados del sentimiento, la visión, la conexión.

Cuando nos acercamos al Tantra la primera etapa es la sanación. La conciencia en la sexualidad enciende un foco extraordinario de claridad que visibiliza todos los patrones, la herida, rompe todas las expectativas que hayamos generado en torno a las mieles del deseo y el placer o el romanticismo de la pareja. Este choque a la expectativa libera espacio para el vacío y la meditación que requiere la presencia en la unión sexual. Y muchas veces esta liberación desata la frustración y la defensa o el dolor y la vulnerabilidad. Si aceptamos nuestra vulnerabilidad abrimos una puerta a la sensibilidad que se convierte en un trampolín al misterio. Si armamos nuestra defensa le damos el poder al ego y vendemos el alma al diablo temporalmente, retirándonos del viaje al corazón. A veces la inflamación del ego nos facilita vivenciar intensamente nuestra rigidez para comprobar cómo nos atrapa en el sufrimiento y nos enreda en un bucle mental en busca de una solución al conflicto que no está en ese plano. Realizar esta comprobación sirve para soltar la energía que le damos a los rasgos automáticos de la personalidad y volvernos más livianos, ligeros, desapegados.

Iniciamos en círculo en torno a una vela. Emerge un silencio prolongado en el tiempo donde percibo mucha escucha y poco miedo. La mente se calma como un lago sereno. El amor, ese disolvente universal del miedo, está presente en abundancia en las parejas convocadas. Me regocijo de abrir la palabra en ese lugar de presencia amplificada donde cada sonido de la voz se escucha profundamente. Agradezco el privilegio de formar parte de esta aventura de la conciencia donde vamos a tomar el deseo sexual como impulso para el viaje espiritual. Devolviendo al sexo su sitio de inocencia, magia y pureza.

Desde la primera expresión empezamos a acercarnos en grupo a la intimidad de cada pareja y de cada persona. Se desvela la necesidad de habitar conflictos con delicadeza y cuidado para que se conviertan en desafíos y espacios de crecimiento. Poniendo en marcha el verdadero potencial de la polaridad hombre-mujer: limpiar los patrones de sufrimiento heredados, elegir  con responsabilidad y honestidad no perpetuarlos, despertar al poder del dios y la diosa, crear la realidad del corazón, reconocer el lugar de transmutación y de iluminación de la energía sexual, encontrar las fuentes de satisfacción y de éxtasis en el interior.

A Alfredo, Juan y a mi nos encanta este trabajo de despertar del corazón en pareja, transitando todos los estados que emerjan, nombrando toda la sensibilidad, la vulnerabilidad, el deseo y el amor. Respirando la defensa también cuando sale, con su carga de rabia, dejando que ocurra la explosión para luego ir integrando la información desvelada y retomando el diálogo sereno con empatía y escucha.

Proponemos un trabajo que consiste en proyectar la sombra física en la pared con varios focos. Cada pareja observa qué muestra su sombra conjunta: la figura masculina y la femenina en proximidad como formando una expresión de la dualidad completa.

Cuando miro la sombra de mi pareja me doy cuenta que mi pareja tiene sombra, me doy cuenta que esa sombra es una parte de mi pareja pero no es todo lo que es. Esta comprensión me da poder para observar con más curiosidad y compasión los movimientos inconscientes del otro. En la sombra percibo muchas cosas: lo que no me gusta del otro, y también lo que permanece oculto, como su poder personal, sus dones no manifestados plenamente. Abre mi corazón observar la sombra del hombre y ver su fuerza, la templanza para sostener todo mi caos emocional con su pecho sobrio y tranquilo… en su sombra veo este poder intacto y extraordinario. Intuyo ahora que lo que verdaderamente me provoca atracción por el hombre es poder contar con este soporte para abrir completamente y sin miedo la caja secreta de mi feminidad, donde viven las fuerzas salvajes y caóticas de la Naturaleza, donde vive la magia y el poder infinito del corazón para la total transformación, donde habita una fuerza visceral llamada a restaurar el orden natural que nada tiene que ver con la moral, la cultura o la razón.

Si me alejo del otro mi sombra se hace más grande que la de él y en esta configuración observamos patrones cuando nos alejamos de la relación de igualdad. Yo siento que si soy más grande que él me desapego y pierdo el interés, me enfrío, no encuentro el sentido a la relación. Cuando él se aleja de mi y su sombra se hace más grande que la mía me doy cuenta cómo no tengo más ganas de experimentar roles de superioridad o inferioridad, que en ese caso, tomo mi soledad. Esto me centra en mi. Ya no quiero agarrar a la pareja por huir de la soledad. Puedo transitar mi soledad y respirar todos mis estados. También renuevo este pacto con mi sombra: me quedo contigo, sombra, sin pedirle al otro que se haga cargo de ti porque yo no quiero transitar determinados estados que me cuento a mi misma que son insoportables. Aprendo a quedarme en todos mis estados sin entrar en el juicio y la interpretación de la realidad.

La huida es un estado de negación de lo que siento, y no me ayuda. Quedarme es casi una renovación de la encarnación en el cuerpo físico, que me permite experimentar el gozo y me permite experimentar el dolor.

Se mueve el contacto con la sombra proyectada en una figura presente, delimitada en su forma, que puede hablar con nosotros. A veces es un juego inofensivo y a veces presiona de pronto, desvelando una realidad que estaba oculta hasta el instante mismo en que se siente vista y descubierta, y el otro lado de la pareja toma presencia, recordando la memoria que sigue presente hoy, y todo el poder que por miedo aún no abrazamos como propio.

Cuando observo la sombra de Fer, mi pareja de tantra en este viaje, también veo a mi hombre interno, algo que me pertenece. Mi hombre interno me pertenece y Fer no me pertenece. Puedo ver la diferencia con un efecto visual muy contundente como es la sombra masculina proyectada en la pared. Tantas veces en mi historia personal volcada hacia fuera buscando el amor del hombre cuando esa energía está en mi interior también, en la cara oculta de mi misma.

Así discurrimos la primera sesión de trabajo personal en diálogos con nuestras sombras y con nuestra pareja, clarificando con la conciencia.

Empiezan a emerger la fragilidad ancestral de varios tipos: el hombre buscando la libertad, la mujer conservando el amor y ambos entrando en lucha. El hombre que aún no ha completado su masculinidad con firmeza y voluntad y la mujer que se aferra al control en lugar de vivir la entrega a su corazón transitando todos sus estados con el magnífico poder que le procura su feminidad, confiando en el pecho del hombre como lugar templado donde apaciguarse.

Al día siguiente vamos a invitar a una práctica de tantra en pareja que recorre la meditación, el masaje y la danza, antes de llegar al Maithuna, donde nos internamos en la relación sexual en pareja ocupando la sala, encontrando espacios de intimidad en la cercanía.

Comenzamos la mañana con un círculo de escucha y presencia. El centro es ocupado por cada pareja que lo toma para mirarse a los ojos y abrir la palabra en este lugar de conciencia acrecentada, mientras el resto contempla ese momento en silencio. El hombre ve a la mujer y la nombra, la mujer al hombre y lo nombra, y el grupo ve a la pareja y escucha.

Respiro y te veo, poniéndole verbo al corazón. No me invento nada que no esté presente, cuando ocupo el círculo es mas difícil decir desde el ego, suena a falso directamente, todos ven como huyo de la presión de estar presente. También emerge la sensibilidad al tener la seguridad que soy vista y no tengo que hacer piruetas egoicas para llamar la atención, aquí y ahora tengo toda la atención.

Nombro mi entrega y desnudo mi corazón. Invoco el juego de los amantes.

Así con un ritmo sin tiempo pasan todas las parejas por este espacio de presencia y reconocimiento.  

Ahora cambiamos. Nos colocamos frente a frente, sentados, hombre y mujer y generamos un vórtice de movimiento llevando la cabeza ligeramente hacia abajo chocando con el otro, y volviendo al ascenso. Describiendo una copa: huwa, la copa del amor.

La respiración toma un ritmo entrelazado que en muy poco tiempo nos transporta al trance. Vamos cambiando de postura hasta llegar a YabYum, donde las mujeres nos sentamos con las piernas abiertas en el regazo del hombre que permanece en posición de loto con el sacro levantado por un cojín. Aquí damos espacio al intercambio de alientos, a veces cortando totalmente el aire que entra del exterior por la comisura de los labios y creando un circuito microcósmico de energía entre los dos amantes.

El viaje de la respiración disuelve la mente y crea las condiciones para el éxtasis. La meditación  nos libera de la identidad, la expectativa, los roles repetidos como los pasos a seguir para conseguir objetivos considerados mejores que otros… todo eso se desprende con el huracán que genera la presencia en la respiración, el viento lo revolea todo y sólo permanece lo natural del cuerpo y lo natural del amor.

Me siento como una adolescente en plena ebullición. Estoy gozando con Fer en este juego de presencia. Miro de soslayo a Juan con su shakti narrando la propuesta para todos y entregado a su propio sentir al mismo tiempo. Es un momento de abundancia. Se abre mi corazón a sentimientos oceánicos, gratitud y amor.

Ahora emprendemos una sesión de masajes. Yo a ti, tú a mi. Yo guio con mi palabra el masaje que le damos las mujeres a los hombres. Alfredo guía el masaje que le dan los hombres a las mujeres. Nos dejamos inspirar por la sensibilidad, la sensualidad, el encendido del fuego del lingam en los hombres para calentar su corazón y permitir el sentir, el encendido del fuego del pecho en las mujeres para abrir su yoni al misterio del viaje tántrico. Vamos recorriendo con el tacto el ascenso de la energía kundalini por todos los chakras, tomando el lingam, el yoni, los pezones y los pechos para expandir la energía sexual creando una envoltura luminosa que nos transporte por dimensiones desconocidas del amor, la visión y el éxtasis.

La borrachera de la sensualidad se convierte en cada instante en estados de gratitud, gracia, gozo, desapego del deseo que posibilita la experiencia del placer sin formas en fusión con la totalidad, el desprendimiento de programas románticos de modelo de pareja, de modelo del amor, y de roles tan instaurados en la sexualidad sin los cuales aparece la angustia del vacío, y la interpretación de la ausencia de deseo como peligrosa para el vínculo. Estamos aprendiendo a dar saltos cuánticos, abrazando el misterio, incrementando la presencia cada vez que se cae algo conocido que resultaba imprescindible, observando como regresa la confianza natural en la sabiduría del cuerpo y del corazón. Como si pudiéramos volver a ser niños y niñas en la sexualidad, sin prejuicios, sin creencias, sin modelos, sólo sintiendo lo que hay en cada instante, y aceptando lo que no hay como una configuración perfecta y abundante del presente, sin interpretaciones de la realidad desde lo mental. Recuperar la naturalidad en la sexualidad es darle el poder a la esencia de amor universal.

Está llegando la hora de invocar al dios y a la diosa, y manifestarlos en nuestros cuerpos bellos, adornados con atuendos inspiradores y algún adorno, maquillaje o pintura en el cuerpo o cara. Nos disponemos con apertura.

Creamos el altar de la pareja con elementos elegidos con conciencia, donde haya sitio para nuestra unión sagrada, la luz de una vela, animales de poder, flores, fotos, telas, objetos de poder.

Iniciamos el círculo de presencia, donde ofrendamos la energía sexual que estamos despertando y que seguiremos moviendo en el Maithuna. De nuevo creamos las condiciones de meditación, silencio y escucha para que cada pareja tome el centro y exprese honestamente qué le pide a su energía sexual: abrir el corazón, experimentar el éxtasis, abrazar la sombra, habitar la vulnerabilidad, volar con el sentimiento, abrir la visión, jugar, reír, gozar, estar presente en todo lo que la energía sexual traiga, invocar al dios- diosa. Lanzar invitaciones al compañero/a de tantra en esta noche que se inicia.

Te invito a la lentitud de la caricia. Te invito a la mirada a los ojos y a nombrar los sentimientos que ocurran en el corazón. Te invito a darle un sitio de amor a la vulnerabilidad cuando emerja. Te amo, me amo. Estoy disponible para volar, para sentir, para ser, para llorar, para reír. Invoco a la diosa que hay en mi, reconozco al dios que vive en ti.

Comenzamos con una cena que recibimos en la sala en el espacio de cada pareja. Está compuesta por un plato donde hay carne, pescado, cereales y verdura. Le acompaña otro plato de postre con fruta y chocolate. Cada pareja ha traído una única copa para ambos y una botella de vino. La propuesta ahora es comer lento, oler la comida, darse de comer mutuamente con las manos o la boca, darse de beber mutuamente, fluyendo con juegos que puedan aparecer, lamer, chupar, abrir los sentidos, encender el deseo como punto de partida a través de la sensualidad y seducción de los alimentos y el vino.

Yo te miro a ti y tú a mí. Rodeados por otras parejas que se miran mutuamente.

La lentitud tiene la cualidad de disolver expectativas e invocar más presencia a lo que hay. La expectativa en la sexualidad exige algo que falta y que debería ocurrir cuando no ocurre. La lentitud le pide a la expectativa que se marche y que se convierta en presencia. A veces este proceso puede generar frustración y vulnerabilidad.

Fer, mi compañero de Tantra quiere darle las gracias a cada alimento que degustamos, honrar a los animales que quieren formar parte de nuestra nutrición y que dieron su vida para estar en nuestro menú. También a los cereales y verduras. Toma su tiempo a ponerle palabras a este reconocimiento.

La comida se convierte en un entrenamiento para la paciencia y la gratitud del presente. Mi ego empieza a sentirse confrontado porque ya quiere pasar a la fase de unión sexual. Respiro toda esta bipolaridad: quiero estar presente en el ritmo de nuestro encuentro y quiero tomar la unión sexual de nuestros cuerpos.

Me alivia cuando tomamos un alimento con la boca y lo compartimos, terminando en el beso húmedo, con sabor a croqueta de polenta y champiñón, acompañado de risas. Nos desprendemos de la ropa.

En el rincón del noroeste un Shiva se queda solo en un trance de carcajadas cuando su Shakti va un momento al baño. En ese instante nos contagiamos todos de risas, quizás sin sentido, salvo por el hecho de que a través de la sensibilización brota el gozo y las ganas del disfrute completo. Yo me río contemplando en el rincón del noroeste de la sala una figura masculina que se está riendo. Me parece  un espacio onírico. La risa le puede a la razón y entonces se abre la inocencia de sentir lo que siento, sin ponerle cabeza.

Cuando ella regresa continuamos un rato de risa que nos ayuda a seguir presente sin empujar a supuestos lugares donde la pareja que se ha citado para hacer el amor debería entrar ya –desde planos mentales- por el tiempo que llevamos simplemente dándonos de comer y beber. Considerando además que el contenido del plato es pura sobriedad, ya que su composición está destinada a avivar los sentidos y no a llenar el estómago.

El Maithuna es una convocatoria a la sexualidad lenta y el amor sagrado orientada a entrar en espacios sin mente, sin tiempo, sin expectativas, sin roles, sin ego, y abrir el corazón, se hace con tu pareja en un grupo compuesto por parejas, con lo cual la energía del intento es realmente poderosa y cada pareja penetra un viaje personal que requiere ser integrado al día siguiente para darle toda la comprensión a la experiencia… la energía kundalini está convocada para los amantes en un trabajo profundo que responde a un sabiduría misteriosa de sanación completamente salvaje fuera de los parámetros mentales. Nos incluye a los facilitadores que acudimos al círculo con nuestras parejas de tantra y con disposición a estar presente a todo lo que se manifieste.

Mi trabajo en primera persona comienza a hacerse muy visible en mi cuerpo y emociones cuando echo un vistazo a la sala, como licencia que me permito al ser facilitadora, y compruebo que uno de mis compañeros de trabajo está inmerso en la unión sexual con su respectiva shakti. Me gustaría estar en esa fase con Fer para sentir que soy guía para el grupo y me gustaría acoplarme al ritmo de mi compañero generando energía grupal, si bien Fer no está disponible aún para esta unión. Shiva le pide más entrega de Shakti. Todo lo que ocurre en el Maithuna tiene un sentido. Shiva espera el amor de Shakti.

Fer me propone hacer un ejercicio que practicamos por la mañana que es huwa, la copa del amor.

Curiosamente yo le digo que no, y mi negativa me coloca inmediatamente en una emoción de  frustración, cuando la vivencio con el cuerpo me deslizo en un espacio profundo de vulnerabilidad que desata mi llanto. Mi viaje emocional de sanación se ha puesto en marcha y tiene el propósito de procurar una limpieza profunda que esta fuera de mi control y que está alineada con la invocación de la diosa. Antes de incrementar mi entrega estoy necesitando transitar esta vulnerabilidad, porque es desde ahí donde brota el amor sincero en la pureza del presente.

Cuando lloro Fer se coloca encima de mi a horcajadas apretando su pecho con el mío, me ofrece todo un espacio de templanza donde poder verterme hasta disolver el caos emocional y tomar el sentimiento. Mi corazón se abre y mi ego suelta el control de la situación. Me rindo a que todo ocurre sin mi control y sin atender mi preferencia.

Sigo siendo muy caprichosa con mi deseo. A pesar de tener mucha práctica de desapego del deseo, vuelvo a caer en la trampa del ego: la gula que genera la expectativa de unión en grupo, donde cada pareja es un motor con polo negativo y positivo de un gran engranaje de elevación de la conciencia. Me imagino el banquete de energía sexual convertida en luz y los fluidos mágicos de mi glándula pineal rezuman desde mi cerebro hasta mi estómago ante la expectativa de iluminación. Aquí caigo en la trampa del apego al deseo y pierdo mi centro.

La kundalini me confronta mostrándome que yo había traído planes al vacío tántrico. En esta noche aún no he entrado con mi pareja en la unión de los órganos sexuales como motores de la energía en ascensión y en viaje espiritual. Me declaro una facilitadora en aprendizaje, soy una más en este grupo de participantes aprendiendo a estar presente en la energía sexual y a tomar el viaje propuesto, aunque en esta ocasión el paseo es por la vulnerabilidad como preámbulo para el punto de inicio en la entrega de Shakti.

Fer se aparta de mí unos minutos, y al quedarme sola contemplo la pareja del noroeste y la del norte haciendo el amor con una vibración amorosa esplendorosa. La onda expansiva me abre como una flor y puedo abrazar mi entrega. Sólo el vacío de expectativas puede dar espacio a la expresión genuina de Shiva y  Shakti y una vez abiertos a la medicina de la Kundalini emergerá lo más urgente: el fuego ha venido a quemar los patrones y cuando se siente convocado es imparable en ejecutar su trabajo, provoca el incendio y todo lo viejo está invitado a la transmutación.

Sobre las 2 de la mañana quedamos la mitad del grupo en la sala. Han pasado cuatro horas, la noche ha sido larga.

En ese momento muere algo en mí. Abrazo la muerte y siento calma: ya no hay planes. Entro en el vacío pasando por una batalla con mi ego que estaba agarrado a un escenario idealizado del Maithuna. Me quedo en paz y en la ligereza. He vivenciado un trabajo de conciencia de desapego del deseo, transitando el dolor.  Uno de los trabajos del Tantra es salirse del objeto mental, yo llevaba uno camuflado en la justificación de guiar el trabajo del grupo junto a mis compañeros. La energía kundalini amplificada por un maravilloso grupo de parejas valientes y amorosas es un espacio sin escapatoria para la sombra: sólo puede ser desvelada.

Ahora hago el amor con Fer. Agradezco el abrazo completo desde el vacío. Agradezco que la unión sexual ocurra en la máxima entrega y en el instante donde sólo existe tú y yo para entrar en la unidad, la fusión, y poder disolver mi energía femenina en la totalidad. Agradezco a Fer que sea un Shiva poderoso que ofrece su presencia y espera el tiempo que haga falta la entrega de Shakti antes de comenzar el abrazo sexual.

La integración del día siguiente nos permite poner orden con las devoluciones de todo lo vivenciado. Tenemos muy naturalizado un espacio de transparencia para que nada se quede atrapado en la garganta. Facilitamos con mucho amor y con nuestro ejemplo personal la comunicación clara y útil para que todo quede completado antes de salir de la sala, hasta la próxima aventura de la conciencia.

Trabajamos un conflicto de pareja desde el amor propio, ternura y entrega mutua. Hay un cambio en su forma de vida, que pasados unos meses les hará vivir en provincias diferentes. Esta distancia el hombre quiere gestionarla con una relación libre, la mujer entra en mucha fragilidad. Este proceso emocional de ambos tiene un punto de inflexión cuando él expresa desde su vulnerabilidad que quiere quedarse en la relación, que no se quiere ir. Ella siente que él se queda, que no la abandona y renueva su sentimiento de amor aceptando la parte de incertidumbre que está llegando para ambos. Hay un encuentro donde las necesidades de los dos son escuchadas y aparece la tregua del momento presente con la abundancia de lo que existe aquí y ahora.

Esto da espacio para la empatía, el efecto y el circulo de palabra. Una mujer comparte como se permite la expresión de toda su ola emocional en la relación con su pareja: desde el odio al amor, desde los límites a la entrega y como agradece el poder conocerse con el hombre que se queda presente mientras ella navega por sus mareas hasta retomar la calma.

Todos expresamos nuestra transformación en el Maithuna y el reconocimiento de cómo esta ceremonia procura intensidad de energía sexual para lo que tenga que ocurrir: limpieza, sanación, amor y éxtasis. A veces estoy esperando el éxtasis y me llega la limpieza, y la limpieza me permite volar por la gratitud y otros expansivos sentimientos que acuden en bandadas cuando los amantes habitamos el vacío.