Elijo Tantra, elijo sentir sutil.

Elijo Tantra, elijo sentir sutil.

No puedo evitar sentir lo que siento. Lo que siento lo siento. Le doy este poder al sentir y construyo mi brújula interna.

Sí puedo elegir sentir lo que siento en un lugar de densidad o de sutilidad. Tengo el poder de elegir cómo sentir lo que siento.

Tantra es elegir sentir lo que siento permaneciendo en la esfera de lo sutil. Cuando siento primero llega lo sutil y según las decisiones que tomo puede llegar lo denso.

Si a lo que siento le sumo lo que pienso de lo que siento, estoy densificando. Si cuando siento me quedo en el asombro y la curiosidad de observar lo que estoy sintiendo sin interpretarlo, permanezco presente en lo sutil.

El Tantra propone la observación del recorrido de la energía sexual desde lo sutil. Para ello hace falta soltar las amarras de los tres primeros chakras para permitir la elevación.

Lo primero que suelto es la expectativa. Esto es casi la mayor parte del trabajo del Tantra puesto que en la expectativa reside el ego y la mente. La energía sexual es un circuito autónomo que discurre por canales donde no está ni el ego ni la mente. Entrar en la órbita de la energía kundalini precisa atravesar resistencias y bloqueos hasta dejar el espacio para el misterio del presente.  

El vacío es la energía femenina en su máxima pureza y es el estado que formula la invitación a un espacio sin mente y sin tiempo donde habitar el desprendimiento de todas las capas: mente, expectativas, control, ego, roles, patrones, … Ninguna está invitada a la ceremonia tántrica y sí está invitada a su disolución en la fase previa cuando nos adentramos al vacío.

Para darle poder al vacío (la energía femenina universal) tomo la mirada a los ojos con mi compañero/a de Tantra, la plena atención en mi respiración y observación de todo lo que siento. Me ayuda ponerle palabras a lo que siento en una expresión desde el momento presente ¡sin añadir explicaciones mentales a lo que siento! -Dicen que el presente dura 7 segundos, así que si quieres expresarte desde la presencia plena no puedes alargar tu intervención más de ese tiempo ya que si lo haces estarías tirando de mente/pasado- Sí puedes respirar y volver a expresar actualizando el presente cada vez. La mente acelera la palabra, el presente te vuelve exquisitamente lento. Al Tantra se accede por la lentitud.

La entrada al Tantra es fría, es sobria, es a través del estado de meditación. Es necesario que sea así para que se filtren todos los movimientos automáticos que están solapados a la sexualidad: patrones, roles, ego, mente.

No hace falta sentir deseo por la otra persona para hacer Tantra, sólo estar disponible para trabajar con la energía sexual kundalini y darle poder a este circuito autónomo de experiencias y aprendizaje. Puesto que en el Tantra se disuelven todos los objetivos y expectativas… ¿Cómo puedes saber si al hacer Tantra con un compañero/a vas a realizar una penetración de los órganos sexuales? No lo puedes saber de antemano, te irá informando el presente, y al presente le daremos la atemporalidad para que se desarrolle: hemos entrado en el espacio de la lentitud suprema para que el corazón se abra a la intimidad. Estamos en el reinado de la Diosa, un mundo desconocido completamente por la mente, el ego, los roles, las expectativas y las fantasías anticipatorias. Así que no podemos saber nada de lo que va a acontecer en nuestra sesión de Tantra con otra persona.

Estamos en un acuerdo de encontrarnos para darle permiso a la presencia de la energía sexual. En postura de meditación uno frente a otro, soltamos la arrogancia de saber algo de lo que pueda pasar durante las próximas horas. Es un acto de desnudarnos en el ser. No sabemos nada. Y sólo puedo sentir lo que siento ahora mismo. Si le doy de verdad el poder a mi energía sexual le otorgo la confianza de que esta energía sagrada me lleve a lo que me toque ese día habitar: quizás es una experiencia de sanación y no de éxtasis. ¿Le doy el poder a mi energía sexual? ¿Estoy disponible a aceptar lo que hay para mi en cada momento? ¿Quiero soltar mi expectativa verdaderamente?

Este lugar de vacío no es fácil de habitar para muchas personas: aparecen muchas emociones del pasado, como la vergüenza o el miedo, y la cabeza se acelera queriendo controlar la situación. Quizás tomo roles conocidos que me aportaron seguridad en el pasado, como complacer, seducir, dominar, o someterme.

Como estamos soltando la expectativa: todo está perfecto como sucede. Dar pasos al vacío es soltar todo lo que viene. La mejor manera de soltar es nombrar en voz alta lo que estoy vivenciando de la manera más neutral posible.

El entrenamiento primordial del Tantra es habitar el vacío ¡se llama meditación! Es el punto de partida para que la Diosa nos dé la bienvenida a su espacio sagrado. Dándole el primer lugar a lo femenino.

Lo femenino es la nada. Lo masculino es el todo. Lo femenino y lo masculino se encuentran para crear una nueva vida. Si es nueva, parte de la nada. ¡Empezamos el Tantra permitiendo la Nada!

Siento vergüenza de no saber lo que vamos a hacer. Me da miedo no excitarme sexualmente. Estoy muy excitado ya y me cuesta permanecer en esta lentitud. Me frustra la lentitud. Estoy feliz de mirarte a los ojos. Estoy confiando en este espacio. Me acabo de dar cuenta de que me resulta muy cómodo no tener expectativas. Comienzo a sentir intimidad contigo. La intimidad se abre cuando percibo que no esperas nada en concreto de mi, salvo estar ambos presentes en esta energía sin rumbo conocido. Siento placer de estar aquí.

Cuando empiezan a caer capas. La intimidad se vuelve una experiencia del presente: ya estamos donde queríamos estar. Aquí y ahora, sin expectativas y sin saber lo que va a ocurrir. El corazón se pone en primer lugar. La energía femenina de la mujer y del hombre se pone en primer lugar. Estamos disfrutando de un momento de aceptación del otro o la otra sin esperar nada en concreto. Este espacio de aceptación facilita que aparezca el sentimiento de amor y que el corazón se abra.

Cuando el corazón se despierta podemos invocar lo que salga de nuestra inspiración.

Invoco mi energía sexual para que abra mi corazón a estados de sentimiento como la gratitud y el gozo. Invoco mi energía sexual para que me ayude a abrazar mi fragilidad y a entrar en la ternura. Invoco a la diosa que hay en mi. Saludo al dios que tú eres. Reconozco tu honestidad y tu libertad. Agradezco tu presencia amorosa. Abrazo mi amor propio…

La invocación proclama donde quiero enfocar mi energía. Le pide a la ceremonia tántrica (donde dos se vuelven unidad) que la energía generada se focalice en una dirección. Se pide y se suelta la expectativa concreta: ¡No queremos volver al control!

La invocación ya me está aportando lo que invoco cuando lo nombro. Porque la palabra es energía y cuando estoy con el corazón abierto esta vibración del sonido aporta satisfacción. Abriendo la posibilidad de generar mayor manifestación cuando la energía sexual se aviva y añade fuego al foco nombrado. Esto es parte de la Magia Sagrada Kundalini (MSK)

Cuando atravieso el portal del vacío y me adentro en la dimensión del Tantra, dejo al otro lado a mi personaje

El Tantra no es una serie de técnicas para tener mejores relaciones sexuales ¡esto le encanta al personaje! Vivimos con un personaje egoico y hay que motivarlo para que le apetezca hacer Tantra, si bien con la profundización todo se convertirá en una aventura arriesgada y absolutamente incierta ¡muy apasionante! El Tantra Sí es un camino espiritual para abrazar la sombra, abrir el corazón, habitar estados de gratitud, gozo, amor… ampliar infinitamente la experiencia orgásmica donde desaparece por completo el concepto orgasmo y en su lugar son recibidos los estados orgásmicos que incluyen una inabarcable gama de experiencias creadas en el presente de la unión sexual referidas al éxtasis, a la fusión, a la unidad, la magia, el amor incondicional, al gozo, al vacío, a la presencia, a la sanación y limpieza de sombra.

¿Cuántos tipos de orgasmos tienes? En la sexualidad no sagrada se suele considerar orgasmo a una eyaculación en el hombre y a un orgasmo de pico en la mujer. Esto es una visión limitada de la sexualidad. Si orgasmo es otra expectativa más, para hacer tantra es necesario soltarla por completo. Es que incluso para hacer Tantra … ¡no puedes tener la expectativa de hacer Tantra!

Abro mi corazón a los estados orgásmicos, los cuales sólo los puedo experimentar en el presente cuando ocurren en la unión sexual con mi compañero, especialmente y también en mi soledad cuando enciendo mi energía sexual y sigo su propuesta. A veces se me presentan como una oleada de unión con el universo. Otras veces es un recorrido de gozo por todo mi cuerpo. Otras veces es una vibración en mi útero que se expande a mi pecho en forma de amor. A veces es un sentimiento de fragilidad exquisito que me lleva de viaje al abrazo con mi niña interior. A veces es fuerza y poder, otras es silencio y vacío. Me encanta disolverme en la totalidad como si saliera de mi cuerpo y de mi identidad con plena conciencia.

La meditación que nutre la apertura a la sexualidad sagrada puede ser dinámica como una danza o un masaje: ambas propuestas aumentan la activación del hemisferio derecho del cerebro a través del tacto y las sensaciones corporales. Si le añado la palabra que nombra el presente o la invocación, comienzo a soltar, limpiar, sanar y a generar magia.

La mirada a los ojos, el intercambio de alientos, la órbita microcósmica y macro a través de la respiración conjunta y la conciencia energética, la colaboración con el vacío, la expresión de la palabra del presente y la invocación, la meditación, la danza y el masaje con atención suprema… todo esto permite la dimensión del Tantra y crea el espacio sagrado para que florezca.

La unión de la energía sexual comienza desde lo sutil. Volvemos a invocar la lentitud. Antes de entrar en contacto físico nos hemos tocado con la mirada. Antes de darnos un beso nos hacemos conscientes del intercambio de aliento en la distancia. Cuando acortamos esta distancia ponemos la atención en el circuito de energía que se configura en la dualidad que somos: un extremo de la polaridad en lo masculino, otro en lo femenino, uno yang y otro yin.

La postura yagyum (lo masculino en postura de meditación sostiene a lo femenino sentado encima con las piernas entrelazadas) nos acerca considerablemente para poder tomar una meditación conjunta. Desde lo sutil y energético lo femenino penetra con el pecho a lo masculino. Desde lo sutil y energético lo masculino penetra en el vientre a lo femenino. Lo masculino recibe en su pecho la energía femenina. Lo femenino recibe en su vientre la energía masculina.

Así se configura el circuito: las bocas se unen en un intercambio de alientos, cerrando las comisuras de los labios para que entre el mínimo aire del exterior. Cuando lo femenino inspira por la boca, lo masculino expulsa el aire desde la boca (lo masculino se vacía completamente de aire) … entonces lo femenino penetra sutilmente el pecho de lo masculino. Ahora lo femenino expira (lo masculino inspira) y es penetrada sutilmente con la energía de lo masculino por su vientre. Así configuramos un movimiento energético circular para generar un trance, un vacío mental, un estado de fusión y de unidad energética, una embriaguez amorosa, donde el polo positivo o masculino se completa con su polo negativo o femenino, y viceversa. La danza infinita del yin y el yang.

Toda la experiencia se desarrolla aún desde el contacto sutil o energético. Cuando el corazón está abierto y la entrega sin mente(sin ego, sin roles, sin expectativas) está siendo en el aquí y ahora, podemos jugar todo lo que queramos con el lingam y la yoni, el pene y la vulva, las deliciosas frutas de la sagrada energía sexual con una premisa, preservar el espacio sin expectativas y poner el foco en los estados expandidos del corazón… por eso podemos parar el movimiento, cambiar de posturas, regresar a la danza, a la palabra, volver a la activación del motor genital, ponerle palabras de amor (¡haya o no haya enamoramiento!)

Este espacio de la Diosa puede tardar un tiempo en abrirse: quizás dos minutos si la pareja está muy sincronizada en Tantra o quizás dos horas ¿importa el tiempo? El tiempo es una de las expectativas mentales que está destinada a disolverse, por eso invocamos la atemporalidad o la eternidad del momento presente.

Las acciones desacostumbradas disuelven lo mecánico y nos colocan en un impacto en el puro presente. El Tantra es la gran invitación a descubrir cada instante de vida con la presencia en la energía sexual.

Saludo al lingam del dios que se presenta en mi espacio de intimidad

ese elemento de la anatomía del hombre elegido para encarnar a mi dios interno,

sabe perfectamente llamar a la puerta de mi templo y abrir mi corazón desde dentro.

Mi presencia en la diosa que yo soy se lo recuerda con exquisita dulzura y vacío,

hemos conquistado juntos un instante fuera del tiempo que se despliega como una experiencia de eternidad,

mi pecho es una cascada de agua pura y sentimiento que nos precipita hacia el abismo,

su vientre es la fuerza de la vida poniendo dirección hacia el sol.

Cuando caemos nos desprendemos de todo y saltamos a la otra realidad,

¡el salto cuántico nos coge por sorpresa!

Pareciera un salto insalvable y peligroso… y se convierte en un baño de agua fresca con la manguera de la azotea como juego de niño y niña salvaje.

Elige Tantra, elige sutil.

Sana Musa

Te animo a participar en mi taller de Tantra esta semana santa en Buhosfera – Algodonales, del 5 al 9 de abril.

Sanar y despertar mi masculino, un trabajo poderoso.

Sanar y despertar mi masculino, un trabajo poderoso.

La primera vez que acudía a una terapia, allá por el año 2004 en Sevilla, las dos mujeres que me atendieron a través de una sesión sistémica, me desvelaron con claridad la temática: no había recibido la energía masculina, debía recomponerla dentro. Al poco tiempo, un poderoso sueño me hizo ver con claridad el rol que había tomado en el triángulo de papá y mamá, y lo que eso conllevaba. Viví rechazando al padre.

Mi masculino venía con sus carencias y también con sus propias cualidades: apertura sensible, capacidad de entrega, sensibilidad emocional, devoción a la intimidad con lo femenino, etc. Esto me ha resultado un puente favorable para conectar con lo femenino, aunque de manera incompleta, con un masculino no empoderado. Las relaciones intimas me desvelarían en asunto.

Como hombre, a la hora de empoderar este aspecto de mi identidad, me ha costado encontrar referencias. Hoy no es fácil construir el masculino que mezcla la energía serena, la fuerza y la determinación interna con la apertura sensible y amorosa. Además, no nos hemos permitido comunicarnos la emoción entre nosotros. Ahora sí, siento que estoy asistiendo a un tiempo muy bonito de transformación junto con otros hombres que también buscan lo mismo.

En estos años, mi relación con la mujer ha determinado mi despertar. Ella me ha colocado frente a mis sombras y me ha permitido desvelar cómo es el masculino que quiero habitar. Todo mediante un proceso instintivo cuya trama es el día a día.  Sin duda, me han puesto delante de todas mis dificultades. He contactado con mis miedos, percibido la culpa, manejado mi rabia, desvelado los celos, entrenado los límites emocionales, etc. Me he tenido que enfrentar a muchas situaciones tensas para ser testigo de mi reactividad, aprender a elegir mi entrega sin sentirme deudor y no temer a la separación y el abandono del amor.

Considero que mirar bien adentro a los miedos es imprescindible para mi evolución y me ha resultado muy difícil. Para manejar mis emociones y mi sexualidad, venía con un programa inadaptado. Se me despierta mucho un sentimiento de inadecuación. “Lo he hecho mal; no sé atenderte; mis opciones te separan de mi”, etc. Esto era la fuente de incomodidad. Entender y atender el miedo está siendo un camino de guerrero. En mi caso, el miedo a la separación, a que me sea retirado el amor de manera culposa.

El otro apartado contundente ha sido mi comprensión sobre el dolor y como este despierta en mí las defensas más contundentes y una rabia exigente. Cuando siento dolor, exijo que me rescaten, que se hagan cargo. No he tomado mi rabia para respetarme y poner límites auténticos y con amor.  Al revés, he tomado la rabia para defenderme a través de la fuerza, activando la soberbia y entrando en infructuosas disputas.

El miedo está anclado en el cuerpo físico y me resulta muy muy incómodo. Si dejo que la rabia se convierta en ira, voy a distorsionar el vínculo emocional que amo y a dañar la única fuente de alivio auténtica: la escucha compasiva, la dulzura, el amor generoso y respetuoso.

Actualmente, mi viaje de amor lo vivo en mi relación de pareja. Con esta relación exclusiva, me abro valientemente a todos mis demonios internos. Me adentro en la sanación del amor incondicional. He tenido que habilitar mi escucha sensible, aceptar que estos escenarios son una poderosa escuela y que lo fácil es huir. También he ido aprendiendo a respetarme en lo que siento, sin cargar con todas esas secuelas de culpa o inadecuación que me atormentan.

Mostrarme vulnerable y aceptar que, a veces, estoy atrapado en la impotencia, está despertando mi masculino sensible auténtico. Reconocer que necesito amor y que tengo que aprender a pedirlo o a retirarme un tiempo cuando entro en dolor, me sana. Aprender a hacer las cosas con miedo y a cabalgar los estados de rabia, me están trayendo a un hombre que me gusta. Me muestra una masculinidad coherente que está más disponible para el amor incondicional a mí mismo y a las personas a las que elijo entregarme. Cuando mi pareja camina en esta misma sintonía, es posible hacerlo.

Mi sensibilidad contiene un enorme campo energético, pero como hombre no fui invitado a habitarla, a hablar de ella. Me entreno. Cuando me quedo, puedo entrar en el miedo y liberar energías secuestradas. Solo si doy espacio total al miedo, se desvanece. Si peleo contra él, permanece y me hago más temeroso, más defensivo. No suelto la pareja, acepto el reto de mi despertar a través del amor.

El psiquismo femenino y masculino son distintos y complementarios. He necesitado entenderlo y diferenciarlo. Pero ambos se encuentran y contrastan para ir más lejos. Bien enfocados en un campo de conciencia adecuado, permiten sanar, sublimar y despertar.

Entiendo ahora mejor lo específico de mi masculino. Como yo traigo la energía de la acción; necesito moverme entre la materialización de propósitos en el mundo, el penetrar la vida con mi creatividad y el viaje de la intimidad del corazón con lo femenino. Me gusta ser concreto. Abro un proceso y también lo cierro. Quiero saber cuánta energía está implicada en una acción. Tengo mi propio entendimiento y determinación. Aprendo a elegir los tiempos en los que estoy disponible. También a avalar mi sentir frente a cualquier dificultad amorosa o disenso. Reconozco el valor de mi entrega y de mi amor, que están hechos de presencia, incondicionalidad, confianza y mucha apertura a la comunicación sensible.

También sé definir lo que necesito del amor de las otras personas y de mi pareja, y lo expreso con naturalidad y sin exigencia, cuando entiendo que puedo ser cuidado y amado mejor. Nadie tiene que rescatarme ya de mis estados. Me completo cuando me nombre esto.

Acepto, en definitiva, la forma en que yo doy amor, y al mismo tiempo, crezco permanentemente en mi capacidad de amar incondicionalmente.

En este maravilloso viaje de sanación a través de la entrega de lo femenino a mí, he podido experimentar el poder sanador del amor. La herida que emerge en el vínculo no es sino mi sombra en forma de niño frustrado y caprichoso. Lo reconozco, es un niño exigente que se frustra mal, que pide ser atendido y se enrabieta. Esta parte de mí no soporta el dolor, se siente fácilmente culpable y entra en la víctima. Ser amado incondicionalmente aquí, ha sido un lugar milagroso. Siento profunda gratitud.

En este camino también he podido empatizar con la herida femenina. Desde mi punto de vista, el femenino probablemente tenga que vérselas con un sentimiento atávico de desconfianza hacia lo masculino. Nace de una incertidumbre sobre si el hombre permanece, es leal a su sentimiento, está disponible para la entrega y para abrir el corazón, o de nuevo va a ser fuente de abandono, traición y soledad. Lo femenino convoca al amor y a la intimidad profunda, y necesita ver que el hombre está disponible para ese viaje sensible.

Esta herida, cuando se manifiesta egoicamente, lo hace en forma de energía de reproche, recriminación y exigencia. Así lo percibo desde mi experiencia. Se abre una cuestión de confianza hacia la voluntad amorosa y la entrega del hombre. En su fase más primaria está muy vinculada a la energía sexual y los celos. Pero es más amplia.

Comprender mi dolor, en sus causas externas e internas, me habilita para ir abandonando el hombre viejo que se aleja de su propia sensibilidad cuando tiene que enfrentar estos escenarios. Si, he tenido que aprender a mirar mi dolor y a pedir que sea escuchado. Creo que lo he guardado mucho. Ha sido importante para mí aprender a respetarlo y a darle su sitio en el amor. ¡Es bellísimo entender que el hombre y la mujer nos convocamos espiritualmente para sanar estos lugares de hondo dolor y miedo!

Mi hombre nuevo va amaneciendo para relacionarse con lo femenino / mi femenino, en un lugar transformador. Sigo descubriendo las nuevas arquitecturas de mi corazón de hombre.   Amo lo que emerge y agradezco la energía del caos, que me remueve para que no me desapegue del amor, y que viene a recordarme la importancia de tener el corazón despierto, activando mi auténtico poder con la energía de la vida y las emociones. Ahó!

Imagen de Christopher Ulrich

La Kundalini despierta mi naturaleza orgásmica

La Kundalini despierta mi naturaleza orgásmica

La energía del instinto es poderosa. La humanidad ha venido negociando con las pasiones y luchando con esta fuerza inscrita en la naturaleza de nuestro cuerpo, domesticándola por miedo unas veces, o transformándola otras a través del camino de la virtud que albergan nuestros centros superiores.

La energía contenida en nuestros tres primeros centros es al mismo tiempo motor de vida y amenaza; nos conecta con el fulgor de la vida y nos aterroriza en su forma salvaje; es fuerza para transformar, pero también puede ser exceso que nos conduce al dolor. En cada generación unos han trabajado por dominarlas y vivir desde la virtud apolínea, y otros se han entregado a la inconsciencia atravesando formas dionisiacas para desvelar el poder de la vida y la emoción.

Sea como sea, estos centros energéticos albergan el poder de la creatividad y es imprescindible contar con su fuerza de acción y de apertura. Adentrarse en la sexualidad sagrada en tomar el camino del medio, buscar la virtud de cada una de las formas para extraer la esencia: el sexo consciente.

Así percibo en este momento de mi vida la Kundalini, como la expresión del poder creativo y curativo de este banco energético ancestral y celular que transporta nuestro cuerpo físico y luminoso. De forma chamánica, voy aprendiendo a dar reconocimiento a esta parte de mí, dialogando con ella y dejándome sorprender. Entendiendo que trae inscrita una gran fuerza y que solo tengo que darle espacio a través de una práctica en la que me abandono a sentirla.

La práctica de elementos sencillos pero sutiles, me van acondicionando para el diálogo con las energías de poder que alberga mi sexualidad. En el sexo pongo atención a la experiencia del amor, recogiendo todos los estados del corazón y nombrándolos. Navego con la profundidad de los ojos y la mirada suave. Pongo intención y consciencia en la respiración, permitiendo la sonoridad de mi garganta. Atiendo a la comunicación de la emoción presente, sublimada a veces en voces creativas. Me entrego a la visualización espontánea. Pongo conciencia genital. Recuerdo que el sexo es relajación. Implico permanentemente la ternura.  Modulo la penetración superficial y profunda. Atiendo el poder magnético de la conexión lingam – yoni. Estoy a la escucha de los cambios, sin expectativa. Me entrego a lo que surge sin mente, escuchando los matices que me conducen al masaje, a la danza energética o a la meditación en medio del sexo.

La kundalini tiene su propia entidad espiritual. Puedo dialogar con ella. Me informa de mis posibilidades. Viene para ayudarme a amplificar los estados elevados al mismo tiempo que da espacio para la emoción sensible. Existe una inteligencia genital orgánica. Escucharla es mágico. Cuando mi instinto entra en conexión con el instinto de mi pareja, estoy dando espacio a esta inteligencia sobre natural. Hay que dejarlos ser en el encuentro amoroso. Y cuando hay permiso para que estas partes desplieguen sus cualidades, me encuentro con el corazón como un guía luminoso de toda esta energía desplegada. El corazón se alimenta de esta energía primaria transmutadora.

El regalo sexual del tantra es la conciencia de la vida dentro del cuerpo. En el cuerpo, la combinación de mis poderosas energías instintivas libres y la inspiración de las emociones elevadas del corazón, me conducen a una nueva forma de vida: todo está dentro de mí, hay más poder. Al finalizar el acto sexual combinando todos estos detalles, tengo más amor dentro de mí, más conexión espiritual con mi pareja, más energía y más deseo de expansión, de abrazar la vida. La Kundalini viene a revitalizarme, a completarme en un lugar de mayor poder.

Creo que despejar esta energía de su condicionamiento atávico y de siglos de ostracismo, es en si misma una labor de sanación espiritual. La Kundalini, al tiempo que nos libera de los atrapamientos del ego y de la mente, es la fuerza primaria única que está esperando a ser despertada desde el corazón para conducirnos a la conciencia y llevarnos a los humanos hacia una mayor comprensión del éxtasis y la compasión.

Cuando empecé mi viaje espiritual con el tantra, solo entendía el valor de algunas prácticas inmediatas, por ejemplo, soltar la búsqueda tensa del orgasmo. El tiempo me ha conducido a algo más grande: estoy despertando mi naturaleza orgásmica. Esto significa que me creo el potencial que tiene mi Kundalini para transportarme hacia el placer de vivir, de expandir mi corazón amoroso, sanando y conectando mis energías internas con mi propósito.

La naturaleza orgásmica me abre a experimentar con la energía vital. Convierto la excitación en una fuerza energética con la que viajar, está al servicio de mi vitalidad. La vida entonces es excitante porque la vivo desde todos mis centros, instintivos y espirituales, alienados por esta serpiente vivificante que atraviesa mis canales de energía alineándolos y despertándolos para ser más yo, más completo.  

Honro el regalo que se esconde en mi interior al servicio de mi corazón.

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Maithuna. Ceremonia de unión sagrada.

Maithuna. Ceremonia de unión sagrada.

A nuestra convocatoria de Maithuna hemos acudido 6 parejas. Le vamos a dar un gran tiempo de preparación hasta entrar en la entrega al amor y la unión sexual. Nos movemos con la premisa de que antes de hacer la fiesta es urgente limpiar la casa. Esto significa que atendemos la sombra para darle un sitio y que así se sienta vista, aceptada, y en el momento del Maithuna nos permita un soporte de serenidad donde generar el vuelo hacia el gozo y el éxtasis y otros estados elevados del sentimiento, la visión, la conexión.

Cuando nos acercamos al Tantra la primera etapa es la sanación. La conciencia en la sexualidad enciende un foco extraordinario de claridad que visibiliza todos los patrones, la herida, rompe todas las expectativas que hayamos generado en torno a las mieles del deseo y el placer o el romanticismo de la pareja. Este choque a la expectativa libera espacio para el vacío y la meditación que requiere la presencia en la unión sexual. Y muchas veces esta liberación desata la frustración y la defensa o el dolor y la vulnerabilidad. Si aceptamos nuestra vulnerabilidad abrimos una puerta a la sensibilidad que se convierte en un trampolín al misterio. Si armamos nuestra defensa le damos el poder al ego y vendemos el alma al diablo temporalmente, retirándonos del viaje al corazón. A veces la inflamación del ego nos facilita vivenciar intensamente nuestra rigidez para comprobar cómo nos atrapa en el sufrimiento y nos enreda en un bucle mental en busca de una solución al conflicto que no está en ese plano. Realizar esta comprobación sirve para soltar la energía que le damos a los rasgos automáticos de la personalidad y volvernos más livianos, ligeros, desapegados.

Iniciamos en círculo en torno a una vela. Emerge un silencio prolongado en el tiempo donde percibo mucha escucha y poco miedo. La mente se calma como un lago sereno. El amor, ese disolvente universal del miedo, está presente en abundancia en las parejas convocadas. Me regocijo de abrir la palabra en ese lugar de presencia amplificada donde cada sonido de la voz se escucha profundamente. Agradezco el privilegio de formar parte de esta aventura de la conciencia donde vamos a tomar el deseo sexual como impulso para el viaje espiritual. Devolviendo al sexo su sitio de inocencia, magia y pureza.

Desde la primera expresión empezamos a acercarnos en grupo a la intimidad de cada pareja y de cada persona. Se desvela la necesidad de habitar conflictos con delicadeza y cuidado para que se conviertan en desafíos y espacios de crecimiento. Poniendo en marcha el verdadero potencial de la polaridad hombre-mujer: limpiar los patrones de sufrimiento heredados, elegir  con responsabilidad y honestidad no perpetuarlos, despertar al poder del dios y la diosa, crear la realidad del corazón, reconocer el lugar de transmutación y de iluminación de la energía sexual, encontrar las fuentes de satisfacción y de éxtasis en el interior.

A Alfredo, Juan y a mi nos encanta este trabajo de despertar del corazón en pareja, transitando todos los estados que emerjan, nombrando toda la sensibilidad, la vulnerabilidad, el deseo y el amor. Respirando la defensa también cuando sale, con su carga de rabia, dejando que ocurra la explosión para luego ir integrando la información desvelada y retomando el diálogo sereno con empatía y escucha.

Proponemos un trabajo que consiste en proyectar la sombra física en la pared con varios focos. Cada pareja observa qué muestra su sombra conjunta: la figura masculina y la femenina en proximidad como formando una expresión de la dualidad completa.

Cuando miro la sombra de mi pareja me doy cuenta que mi pareja tiene sombra, me doy cuenta que esa sombra es una parte de mi pareja pero no es todo lo que es. Esta comprensión me da poder para observar con más curiosidad y compasión los movimientos inconscientes del otro. En la sombra percibo muchas cosas: lo que no me gusta del otro, y también lo que permanece oculto, como su poder personal, sus dones no manifestados plenamente. Abre mi corazón observar la sombra del hombre y ver su fuerza, la templanza para sostener todo mi caos emocional con su pecho sobrio y tranquilo… en su sombra veo este poder intacto y extraordinario. Intuyo ahora que lo que verdaderamente me provoca atracción por el hombre es poder contar con este soporte para abrir completamente y sin miedo la caja secreta de mi feminidad, donde viven las fuerzas salvajes y caóticas de la Naturaleza, donde vive la magia y el poder infinito del corazón para la total transformación, donde habita una fuerza visceral llamada a restaurar el orden natural que nada tiene que ver con la moral, la cultura o la razón.

Si me alejo del otro mi sombra se hace más grande que la de él y en esta configuración observamos patrones cuando nos alejamos de la relación de igualdad. Yo siento que si soy más grande que él me desapego y pierdo el interés, me enfrío, no encuentro el sentido a la relación. Cuando él se aleja de mi y su sombra se hace más grande que la mía me doy cuenta cómo no tengo más ganas de experimentar roles de superioridad o inferioridad, que en ese caso, tomo mi soledad. Esto me centra en mi. Ya no quiero agarrar a la pareja por huir de la soledad. Puedo transitar mi soledad y respirar todos mis estados. También renuevo este pacto con mi sombra: me quedo contigo, sombra, sin pedirle al otro que se haga cargo de ti porque yo no quiero transitar determinados estados que me cuento a mi misma que son insoportables. Aprendo a quedarme en todos mis estados sin entrar en el juicio y la interpretación de la realidad.

La huida es un estado de negación de lo que siento, y no me ayuda. Quedarme es casi una renovación de la encarnación en el cuerpo físico, que me permite experimentar el gozo y me permite experimentar el dolor.

Se mueve el contacto con la sombra proyectada en una figura presente, delimitada en su forma, que puede hablar con nosotros. A veces es un juego inofensivo y a veces presiona de pronto, desvelando una realidad que estaba oculta hasta el instante mismo en que se siente vista y descubierta, y el otro lado de la pareja toma presencia, recordando la memoria que sigue presente hoy, y todo el poder que por miedo aún no abrazamos como propio.

Cuando observo la sombra de Fer, mi pareja de tantra en este viaje, también veo a mi hombre interno, algo que me pertenece. Mi hombre interno me pertenece y Fer no me pertenece. Puedo ver la diferencia con un efecto visual muy contundente como es la sombra masculina proyectada en la pared. Tantas veces en mi historia personal volcada hacia fuera buscando el amor del hombre cuando esa energía está en mi interior también, en la cara oculta de mi misma.

Así discurrimos la primera sesión de trabajo personal en diálogos con nuestras sombras y con nuestra pareja, clarificando con la conciencia.

Empiezan a emerger la fragilidad ancestral de varios tipos: el hombre buscando la libertad, la mujer conservando el amor y ambos entrando en lucha. El hombre que aún no ha completado su masculinidad con firmeza y voluntad y la mujer que se aferra al control en lugar de vivir la entrega a su corazón transitando todos sus estados con el magnífico poder que le procura su feminidad, confiando en el pecho del hombre como lugar templado donde apaciguarse.

Al día siguiente vamos a invitar a una práctica de tantra en pareja que recorre la meditación, el masaje y la danza, antes de llegar al Maithuna, donde nos internamos en la relación sexual en pareja ocupando la sala, encontrando espacios de intimidad en la cercanía.

Comenzamos la mañana con un círculo de escucha y presencia. El centro es ocupado por cada pareja que lo toma para mirarse a los ojos y abrir la palabra en este lugar de conciencia acrecentada, mientras el resto contempla ese momento en silencio. El hombre ve a la mujer y la nombra, la mujer al hombre y lo nombra, y el grupo ve a la pareja y escucha.

Respiro y te veo, poniéndole verbo al corazón. No me invento nada que no esté presente, cuando ocupo el círculo es mas difícil decir desde el ego, suena a falso directamente, todos ven como huyo de la presión de estar presente. También emerge la sensibilidad al tener la seguridad que soy vista y no tengo que hacer piruetas egoicas para llamar la atención, aquí y ahora tengo toda la atención.

Nombro mi entrega y desnudo mi corazón. Invoco el juego de los amantes.

Así con un ritmo sin tiempo pasan todas las parejas por este espacio de presencia y reconocimiento.  

Ahora cambiamos. Nos colocamos frente a frente, sentados, hombre y mujer y generamos un vórtice de movimiento llevando la cabeza ligeramente hacia abajo chocando con el otro, y volviendo al ascenso. Describiendo una copa: huwa, la copa del amor.

La respiración toma un ritmo entrelazado que en muy poco tiempo nos transporta al trance. Vamos cambiando de postura hasta llegar a YabYum, donde las mujeres nos sentamos con las piernas abiertas en el regazo del hombre que permanece en posición de loto con el sacro levantado por un cojín. Aquí damos espacio al intercambio de alientos, a veces cortando totalmente el aire que entra del exterior por la comisura de los labios y creando un circuito microcósmico de energía entre los dos amantes.

El viaje de la respiración disuelve la mente y crea las condiciones para el éxtasis. La meditación  nos libera de la identidad, la expectativa, los roles repetidos como los pasos a seguir para conseguir objetivos considerados mejores que otros… todo eso se desprende con el huracán que genera la presencia en la respiración, el viento lo revolea todo y sólo permanece lo natural del cuerpo y lo natural del amor.

Me siento como una adolescente en plena ebullición. Estoy gozando con Fer en este juego de presencia. Miro de soslayo a Juan con su shakti narrando la propuesta para todos y entregado a su propio sentir al mismo tiempo. Es un momento de abundancia. Se abre mi corazón a sentimientos oceánicos, gratitud y amor.

Ahora emprendemos una sesión de masajes. Yo a ti, tú a mi. Yo guio con mi palabra el masaje que le damos las mujeres a los hombres. Alfredo guía el masaje que le dan los hombres a las mujeres. Nos dejamos inspirar por la sensibilidad, la sensualidad, el encendido del fuego del lingam en los hombres para calentar su corazón y permitir el sentir, el encendido del fuego del pecho en las mujeres para abrir su yoni al misterio del viaje tántrico. Vamos recorriendo con el tacto el ascenso de la energía kundalini por todos los chakras, tomando el lingam, el yoni, los pezones y los pechos para expandir la energía sexual creando una envoltura luminosa que nos transporte por dimensiones desconocidas del amor, la visión y el éxtasis.

La borrachera de la sensualidad se convierte en cada instante en estados de gratitud, gracia, gozo, desapego del deseo que posibilita la experiencia del placer sin formas en fusión con la totalidad, el desprendimiento de programas románticos de modelo de pareja, de modelo del amor, y de roles tan instaurados en la sexualidad sin los cuales aparece la angustia del vacío, y la interpretación de la ausencia de deseo como peligrosa para el vínculo. Estamos aprendiendo a dar saltos cuánticos, abrazando el misterio, incrementando la presencia cada vez que se cae algo conocido que resultaba imprescindible, observando como regresa la confianza natural en la sabiduría del cuerpo y del corazón. Como si pudiéramos volver a ser niños y niñas en la sexualidad, sin prejuicios, sin creencias, sin modelos, sólo sintiendo lo que hay en cada instante, y aceptando lo que no hay como una configuración perfecta y abundante del presente, sin interpretaciones de la realidad desde lo mental. Recuperar la naturalidad en la sexualidad es darle el poder a la esencia de amor universal.

Está llegando la hora de invocar al dios y a la diosa, y manifestarlos en nuestros cuerpos bellos, adornados con atuendos inspiradores y algún adorno, maquillaje o pintura en el cuerpo o cara. Nos disponemos con apertura.

Creamos el altar de la pareja con elementos elegidos con conciencia, donde haya sitio para nuestra unión sagrada, la luz de una vela, animales de poder, flores, fotos, telas, objetos de poder.

Iniciamos el círculo de presencia, donde ofrendamos la energía sexual que estamos despertando y que seguiremos moviendo en el Maithuna. De nuevo creamos las condiciones de meditación, silencio y escucha para que cada pareja tome el centro y exprese honestamente qué le pide a su energía sexual: abrir el corazón, experimentar el éxtasis, abrazar la sombra, habitar la vulnerabilidad, volar con el sentimiento, abrir la visión, jugar, reír, gozar, estar presente en todo lo que la energía sexual traiga, invocar al dios- diosa. Lanzar invitaciones al compañero/a de tantra en esta noche que se inicia.

Te invito a la lentitud de la caricia. Te invito a la mirada a los ojos y a nombrar los sentimientos que ocurran en el corazón. Te invito a darle un sitio de amor a la vulnerabilidad cuando emerja. Te amo, me amo. Estoy disponible para volar, para sentir, para ser, para llorar, para reír. Invoco a la diosa que hay en mi, reconozco al dios que vive en ti.

Comenzamos con una cena que recibimos en la sala en el espacio de cada pareja. Está compuesta por un plato donde hay carne, pescado, cereales y verdura. Le acompaña otro plato de postre con fruta y chocolate. Cada pareja ha traído una única copa para ambos y una botella de vino. La propuesta ahora es comer lento, oler la comida, darse de comer mutuamente con las manos o la boca, darse de beber mutuamente, fluyendo con juegos que puedan aparecer, lamer, chupar, abrir los sentidos, encender el deseo como punto de partida a través de la sensualidad y seducción de los alimentos y el vino.

Yo te miro a ti y tú a mí. Rodeados por otras parejas que se miran mutuamente.

La lentitud tiene la cualidad de disolver expectativas e invocar más presencia a lo que hay. La expectativa en la sexualidad exige algo que falta y que debería ocurrir cuando no ocurre. La lentitud le pide a la expectativa que se marche y que se convierta en presencia. A veces este proceso puede generar frustración y vulnerabilidad.

Fer, mi compañero de Tantra quiere darle las gracias a cada alimento que degustamos, honrar a los animales que quieren formar parte de nuestra nutrición y que dieron su vida para estar en nuestro menú. También a los cereales y verduras. Toma su tiempo a ponerle palabras a este reconocimiento.

La comida se convierte en un entrenamiento para la paciencia y la gratitud del presente. Mi ego empieza a sentirse confrontado porque ya quiere pasar a la fase de unión sexual. Respiro toda esta bipolaridad: quiero estar presente en el ritmo de nuestro encuentro y quiero tomar la unión sexual de nuestros cuerpos.

Me alivia cuando tomamos un alimento con la boca y lo compartimos, terminando en el beso húmedo, con sabor a croqueta de polenta y champiñón, acompañado de risas. Nos desprendemos de la ropa.

En el rincón del noroeste un Shiva se queda solo en un trance de carcajadas cuando su Shakti va un momento al baño. En ese instante nos contagiamos todos de risas, quizás sin sentido, salvo por el hecho de que a través de la sensibilización brota el gozo y las ganas del disfrute completo. Yo me río contemplando en el rincón del noroeste de la sala una figura masculina que se está riendo. Me parece  un espacio onírico. La risa le puede a la razón y entonces se abre la inocencia de sentir lo que siento, sin ponerle cabeza.

Cuando ella regresa continuamos un rato de risa que nos ayuda a seguir presente sin empujar a supuestos lugares donde la pareja que se ha citado para hacer el amor debería entrar ya –desde planos mentales- por el tiempo que llevamos simplemente dándonos de comer y beber. Considerando además que el contenido del plato es pura sobriedad, ya que su composición está destinada a avivar los sentidos y no a llenar el estómago.

El Maithuna es una convocatoria a la sexualidad lenta y el amor sagrado orientada a entrar en espacios sin mente, sin tiempo, sin expectativas, sin roles, sin ego, y abrir el corazón, se hace con tu pareja en un grupo compuesto por parejas, con lo cual la energía del intento es realmente poderosa y cada pareja penetra un viaje personal que requiere ser integrado al día siguiente para darle toda la comprensión a la experiencia… la energía kundalini está convocada para los amantes en un trabajo profundo que responde a un sabiduría misteriosa de sanación completamente salvaje fuera de los parámetros mentales. Nos incluye a los facilitadores que acudimos al círculo con nuestras parejas de tantra y con disposición a estar presente a todo lo que se manifieste.

Mi trabajo en primera persona comienza a hacerse muy visible en mi cuerpo y emociones cuando echo un vistazo a la sala, como licencia que me permito al ser facilitadora, y compruebo que uno de mis compañeros de trabajo está inmerso en la unión sexual con su respectiva shakti. Me gustaría estar en esa fase con Fer para sentir que soy guía para el grupo y me gustaría acoplarme al ritmo de mi compañero generando energía grupal, si bien Fer no está disponible aún para esta unión. Shiva le pide más entrega de Shakti. Todo lo que ocurre en el Maithuna tiene un sentido. Shiva espera el amor de Shakti.

Fer me propone hacer un ejercicio que practicamos por la mañana que es huwa, la copa del amor.

Curiosamente yo le digo que no, y mi negativa me coloca inmediatamente en una emoción de  frustración, cuando la vivencio con el cuerpo me deslizo en un espacio profundo de vulnerabilidad que desata mi llanto. Mi viaje emocional de sanación se ha puesto en marcha y tiene el propósito de procurar una limpieza profunda que esta fuera de mi control y que está alineada con la invocación de la diosa. Antes de incrementar mi entrega estoy necesitando transitar esta vulnerabilidad, porque es desde ahí donde brota el amor sincero en la pureza del presente.

Cuando lloro Fer se coloca encima de mi a horcajadas apretando su pecho con el mío, me ofrece todo un espacio de templanza donde poder verterme hasta disolver el caos emocional y tomar el sentimiento. Mi corazón se abre y mi ego suelta el control de la situación. Me rindo a que todo ocurre sin mi control y sin atender mi preferencia.

Sigo siendo muy caprichosa con mi deseo. A pesar de tener mucha práctica de desapego del deseo, vuelvo a caer en la trampa del ego: la gula que genera la expectativa de unión en grupo, donde cada pareja es un motor con polo negativo y positivo de un gran engranaje de elevación de la conciencia. Me imagino el banquete de energía sexual convertida en luz y los fluidos mágicos de mi glándula pineal rezuman desde mi cerebro hasta mi estómago ante la expectativa de iluminación. Aquí caigo en la trampa del apego al deseo y pierdo mi centro.

La kundalini me confronta mostrándome que yo había traído planes al vacío tántrico. En esta noche aún no he entrado con mi pareja en la unión de los órganos sexuales como motores de la energía en ascensión y en viaje espiritual. Me declaro una facilitadora en aprendizaje, soy una más en este grupo de participantes aprendiendo a estar presente en la energía sexual y a tomar el viaje propuesto, aunque en esta ocasión el paseo es por la vulnerabilidad como preámbulo para el punto de inicio en la entrega de Shakti.

Fer se aparta de mí unos minutos, y al quedarme sola contemplo la pareja del noroeste y la del norte haciendo el amor con una vibración amorosa esplendorosa. La onda expansiva me abre como una flor y puedo abrazar mi entrega. Sólo el vacío de expectativas puede dar espacio a la expresión genuina de Shiva y  Shakti y una vez abiertos a la medicina de la Kundalini emergerá lo más urgente: el fuego ha venido a quemar los patrones y cuando se siente convocado es imparable en ejecutar su trabajo, provoca el incendio y todo lo viejo está invitado a la transmutación.

Sobre las 2 de la mañana quedamos la mitad del grupo en la sala. Han pasado cuatro horas, la noche ha sido larga.

En ese momento muere algo en mí. Abrazo la muerte y siento calma: ya no hay planes. Entro en el vacío pasando por una batalla con mi ego que estaba agarrado a un escenario idealizado del Maithuna. Me quedo en paz y en la ligereza. He vivenciado un trabajo de conciencia de desapego del deseo, transitando el dolor.  Uno de los trabajos del Tantra es salirse del objeto mental, yo llevaba uno camuflado en la justificación de guiar el trabajo del grupo junto a mis compañeros. La energía kundalini amplificada por un maravilloso grupo de parejas valientes y amorosas es un espacio sin escapatoria para la sombra: sólo puede ser desvelada.

Ahora hago el amor con Fer. Agradezco el abrazo completo desde el vacío. Agradezco que la unión sexual ocurra en la máxima entrega y en el instante donde sólo existe tú y yo para entrar en la unidad, la fusión, y poder disolver mi energía femenina en la totalidad. Agradezco a Fer que sea un Shiva poderoso que ofrece su presencia y espera el tiempo que haga falta la entrega de Shakti antes de comenzar el abrazo sexual.

La integración del día siguiente nos permite poner orden con las devoluciones de todo lo vivenciado. Tenemos muy naturalizado un espacio de transparencia para que nada se quede atrapado en la garganta. Facilitamos con mucho amor y con nuestro ejemplo personal la comunicación clara y útil para que todo quede completado antes de salir de la sala, hasta la próxima aventura de la conciencia.

Trabajamos un conflicto de pareja desde el amor propio, ternura y entrega mutua. Hay un cambio en su forma de vida, que pasados unos meses les hará vivir en provincias diferentes. Esta distancia el hombre quiere gestionarla con una relación libre, la mujer entra en mucha fragilidad. Este proceso emocional de ambos tiene un punto de inflexión cuando él expresa desde su vulnerabilidad que quiere quedarse en la relación, que no se quiere ir. Ella siente que él se queda, que no la abandona y renueva su sentimiento de amor aceptando la parte de incertidumbre que está llegando para ambos. Hay un encuentro donde las necesidades de los dos son escuchadas y aparece la tregua del momento presente con la abundancia de lo que existe aquí y ahora.

Esto da espacio para la empatía, el efecto y el circulo de palabra. Una mujer comparte como se permite la expresión de toda su ola emocional en la relación con su pareja: desde el odio al amor, desde los límites a la entrega y como agradece el poder conocerse con el hombre que se queda presente mientras ella navega por sus mareas hasta retomar la calma.

Todos expresamos nuestra transformación en el Maithuna y el reconocimiento de cómo esta ceremonia procura intensidad de energía sexual para lo que tenga que ocurrir: limpieza, sanación, amor y éxtasis. A veces estoy esperando el éxtasis y me llega la limpieza, y la limpieza me permite volar por la gratitud y otros expansivos sentimientos que acuden en bandadas cuando los amantes habitamos el vacío.